Chamacuero, Gto.
(También llamado Comonfort, Gto.)
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SITIOS Y DETALLES
Aquí están algunos edificios o detalles de éstos. También hay objetos y elementos que de tan comunes podrían haber sido fotografiados en cualquier parte pero, créanme, todos provienen del territorio chamacuerense.
 
DANZANTES Y OTROS
Les llamo Danzantes y otros porque en esta sección la mayor parte de las fotografías son de danzantes, pero hay también de personas que desfilan por alguna festividad cívica o quienes participan en alguna procesión. Lo que todos los participantes tienen en común es que están ataviados con alguna indumentaria en particular, sin embargo las imágenes, lejos de destacar la indumentaria, se concentran en los rostros y las expresiones.  Como es de imaginarse. ninguno de quienes aquí figuran me autorizó a retratarles y —menos aún— a figurar en esta página; si esto les desagrada no tienen más que hacérmelo saber para retirar la imágen. Por el momento el modo de contacto es el correo electrónico chamacueromexico@gmail.com.  Por el contrario, si les hubiese gustado su foto, con muchísimo gusto les envío el archivo electrónico en la resolución original, para que se manden imprimir una fotografía de gran formato, o les obsequio una imagen ya impresa, para tal efecto el modo de contacto es el mismo.




























Paisajes


Fotografías
PAISAJES

Estas fotografías no están aquí por que yo considere que son una obra de arte cada una de ellas, ni siquiera porque las considere buenas fotografías, las incluyo porque siento que transmiten muchas cosas, desde la evidente información documental que proporcionan, hasta lo que puedan despertar en cada espectador. Aunque prácticamente todas las imágenes son de mi autoría, toda colaboración será bienvenida. En las secciones previas hablamos de muchos temas y en la mayoría de ellos hay un buen número de imágenes. En esta sección, las imágenes no ilustran un tema específico, están aquí por sí mismas. Este apartado, que he llamado paisajes, contiene imágenes de espacios abiertos, en muchos lugares de nuestro municipio.



























GENTE

Creo que a ninguna de las personas que aquí figuran les pedí que posaran para una foto, la mayoría no supo que eran fotografiados y espero que no les moleste estar en esta página. Pero si así fuera no tienen más que hacérmelo saber para retirar sus imágenes. Si bien todos los presentes son personas honorables —y a algunos les aprecio y admiro en particular—, aquí sólo mostramos sus fotografías; en otras secciones de esta misma página hablamos o hablaremos de su trabajo o de su vida.





































Gente


Sitios y detalles


Danzantes y otros

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(Tenemos un montón)



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Conversaciones, con la maestra
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Nuevamente los tapetes, diciembre de 2022
Si cuando empezamos a publicar estos documentos hubiéramos tenido un panorama, completo y detallado, del contenido de todo el conjunto, este documento es el que habríamos seleccionado como el primero a compartir, en parte por su brevedad y en parte por lo concreto del mismo.

Este documento nos habla de un "préstamo" de cincuenta pesos, recibidos por don Hipólito Victoriano Merino, quien como tal vez recuerde usted, ya había figurado en algún otro documento ya publicado en este espacio. Este es el documento:
 
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Oficios en Chamacuero
en mayo de 1821
Censo redimible y
breve en 1751
La Fiesta del Barrio
de La Candelaria
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Oficios en Chamacuero en mayo de 1821
Censo redimible y breve de 1751
El Dr. José de la Luz
Mota Franco
Básicamente, don Hipólito Victoriano Merino reconoce haber recibido cincuenta pesos de don Diego de Vargas y que este préstamo genera dos pesos y medio de réditos por año.  Y uno pensaría que don Hipólito entregara dichos réditos a don Diego de Vargas, pero no, los debe entregar al Convento de San Francisco, con lo cuál se dirá una misa por el ánima de don Salvador Barrón.

Aunque no figura en ninguna parte del documento, es seguro que este préstamo tenga un antecedente directo en el cuál los herederos de don Salvador Barrón recibieron una propiedad con un cierto gravamen, fincado con la misma intención. Estos mecanismos, si bien utilizados con el fin de obtener beneficios en su otra vida, también servían como una forma de financiamiento y como tales podían ser negociados y cambiar de beneficiario (el que recibía el "Principal", cincuenta pesos en este caso) quien por supuesto debía enterar los réditos al Convento.

Como dato curioso: la casa que pone en garantía de su casa está rodeada de Pedros, todos sus vecinos llevan ese nombre.

Al final de este documento viene esta especie de carátula que resume el contenido:


No aparece, la primera frase de este documento, pudo decir simplemente Escritura y a continuación: que otorgó, etc.

La última línea no venía en este resumen, era la primera línea de todo este documento, como para que quien lo encontrara no tuviera que leerlo, dado que ya había perdido su utilidad.  Lamentablemente no se indica el año en que este censo se redimió.

Evidentemente lamentamos el deceso de don Hipólito Victoriano, que ya se estaba volviendo asiduo personaje de esta sección.




 
La Fiesta del Barrio de La Candelaria
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La fiesta del barrio de La Candelaria, por supuesto en honor de Nuestra Señora de La Candelaria, tiene particularidades, como necesariamente las tiene toda celebración, pero en este momento específico, esta festividad pasa por una involuntaria reestructuración motivada por dos factores externos, uno la pandemia que puso como en hibernación todas las celebraciones y en segundo término, y mucho más importante, por el fallecimiento de las personas que, tradicionalmente, se hacían cargo de alguno de los muchos rituales que estructuran toda la fiesta. Así que de algún modo le comentaré como era y como fue este 2023. Las fotos del día 2 no son de este año sino de 2015.

Conviene decir que el templo del Barrio de La Candelaria es muy antiguo, por algunos detalles de su fachada le puedo decir que se remonta al menos a mediados del siglo XVIII, pero el hecho de contar con tres calvaritos lo ubica varias décadas más atrás.  El joven José Aguayo me comentó que la vocación primigenia del barrio fue a San Isidro Labrador, pero que alguien donó una imagen de Nuestra Señora de La Candelaria y se construyó la actual capilla. Esto es relevante, en el sentido de que es el único lugar en el municipio con un templo dedicado a esta advocación y, dicho sea de paso, en algunos municipios cercanos tampoco tienen un templo dedicado a Nuestra Señora de la Candelaria.

Antiguamente, el día 2 de febrero los campesinos de la zona solían llevar a bendecir sus semillas para la siembra del próximo ciclo, evidentemente de una manera simbólica: de su cosecha apartaban una ofrenda, seleccionando la mejor semilla de su cultivo. Aún así el atrio y los espacios cercanos se llenaban de semillas, hoy en día, aunque en menos cantidad esta práctica se sigue observando.

La fiesta, como muchas en la localidad tiene un novenario que, por tener la fiesta una fecha fija, da inicio invariablemente el día 24 de enero. Conviene recordar que la comunidad de La Candelaria corresponde a la parroquia de San Agustín y de paso decir que anteriormente durante este novenario se celebraba una misa en cada uno de los días. Actualmente, dependiendo de la disponibilidad del Párroco, la eucaristía se celebrará algunos días y en los que no sea posible la feligresía rezará un rosario.  Como en otras celebraciones cada uno de los días viene a cargo y honor de algunas personas o familias, como se hace saber en los carteles que dan difusión a la festividad. 

Como se ha mencionado en este espacio, en algunas de las festividades de la región, al menos en la Fiesta de Nuestra Señora de Los Remedios y en San Agustín, se realiza "El Alba" que, como hemos comentado, es un ritual en el que se visitan muchas de las capillas y templos cercanos, esto, y quizá no lo mencionamos destacadamente, tradicionalmente era un convite, que en sus inicios podrá haber sido por un motivo práctico pero que hoy día configura un hermoso y simbólico ritual. Es decir, la esencia, y lo corroboré en este 2021, cuando volví a asistir a El Alba de la fiesta de Los Remedios, es invitar a los fieles de los templos y capillas visitados a la fiesta que se celebrará el día siguiente o en los días inmediatos.

Esta celebración es siempre encabezada por el grupo de tenanches de cada templo. Actualmente no existe ya un grupo como tal, aunque lo hubo hasta hace muy poco.  En el caso de La Candelaria, al ser un tanto disperso el territorio de la Parroquia, realizar el recorrido en un solo día implicaría una serie de idas y venidas que, más que agotadoras (aunque lo son) hacen poco práctico el recorrido de esa forma. En su lugar se acude en algunos de los días del novenario a un barrio en específico o a un rumbo en particular, en otro día en otro y así hasta haber hecho los convites correspondientes. Anteriormente, en alguno de estos recorridos había presencia de música y cuetería, pero este año, dado que la persona encargada falleció sin haber podido encontrar un sucesor, se prescindió de algunos de estos elementos.
 
El Dr. José de la Luz Mota Franco
De entre los muchos documentos compilados por el Profesor Plácido Santana, o que formaban parte de su quehacer cotidiano como cronista, encontré una serie de documentos redactados por la hija del Dr. José de la Luz Mota, personaje destacado en los años treinta y cuarenta del siglo XX, en Comonfort.  La forma en que su hija lo describe nos pintan a un personaje singular por muchos motivos y encomiable por varios más.

Singularmente ella, su hija, solicita a las autoridades que se asigne a una calle o plaza de nuestro municipio el nombre del Dr. Mota, a pesar de la extensa documentación y el vívido —y meritorio— retrato que hace de su padre, parece ser que la iniciativa no tuvo resultados positivos. De manera similar, la familia del Dr. Márquez Escobedo sugería se le asignara el nombre del Dr. Márquez a alguna clínica, pero tampoco hubo eco en dicha propuesta. Si me preguntaran a mí (pero evidentemente no me preguntan) aseguraría que los méritos de ambos son sobrados para ser honrados con semejante distinción. 

Transcribo la descripción que, del Dr. Mota, hace su hija, la Srta. Margarita Otilia Mota Macías, y la biografía correspondiente. Cabe mencionar que el día 5 de agosto de 2006 se rindió un homenaje al Dr. José de la Luz Mota en la sesión del cabildo del Municipio de Comonfort. Comparto la Invitación correspondiente y un par de fotografías que atestiguan dicha ceremonia.


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Conversaciones, con la maestra Blanquita García y el profesor Cristóbal González

En algunas de las narraciones que aquí mismo se incluyen hablo de mi paso por la escuela primaria, creyendo que podrían interesarles acudí, hace unos cinco años, con la maestra Blanquita García y el profesor Cristóbal González, luego de leerles mis narraciones estuvieron un buen rato compartiéndome muchas anécdotas de aquellos mismos tiempos. Lamenté no haber llevado mi grabadora para registrar aquella conversación; más lo lamenté cuando la pandemia hacía impensable una nueva entrevista. Afortunadamente, hace unos días pude darme el gusto de volver a platicar con ellos, seguro estoy que será muy placentero leer esta conversación, para muchos de aquellos que tuvieron el gusto y el privilegio de ser sus alumnos.

Aunque suelo omitir mis preguntas en este caso incluyo un par de ellas, así como mis aclaraciones, entre corchetes [    ].

Los bellos cuadros que acompañan estos testimonios son de la autoría de la maestra Blanquita, quien modestamente los llama "Pintura decorativa".
Las palabras de la maestra Blanquita están en letra normal y las del profesor Cristóbal en negritas.

Yo soy originaria de Tampico, el día 9 de julio de 1962 salimos de Tampico para acá; llegamos el día 10 a Comonfort. Acababa yo de terminar la Normal, el último año lo había hecho en Ciudad Victoria, Tamps. María Esther, mi hermana la más chica, había terminado la secundaria. Nos venimos porque un tío que vivía en Matamoros tenía várices en el esófago, entonces cuando tosía sangraba mucho, le venía el vómito Y corría el riesgo de asfixiarse. Él allá tenía una agencia aduanal y era socio de un rancho algodonero; el doctor que lo operó en México, le dijo que ya no podía vivir por ningún motivo allá, en Matamoros, por el clima.
-¿Y dónde me recomienda? -Preguntó mi tío.
-Conozco un lugar que es Comonfort y un amigo mío vende una hacienda (Virela).

Entonces vinieron, trataron con el dueño, vieron la hacienda; se las dejaba en ese tiempo un año de prueba, pero mi tío no estaba acostumbrado a trabajar la tierra, era socio del rancho algodonero, pero él no andaba sembrando ni nada.
A nosotros sí nos gustó, nos fascinaba la hacienda, a mi tía de que le gustaban mucho los animales, las plantas y todo también le gustó mucho y sí, un año estuvieron. Pero vieron el inconveniente: primero, de que no iba a producir porque mi tío no sabía sembrar ni trabajar el campo y el otro de que no había carretera. Una vez mi mamá vino a verlos y les agarró la lluvia, pasaron el río por el vado, no había puente, ya rumbo a Virela la camioneta que traían se atascó y tuvieron que caminar durante la noche y, como era puro lodo mi mamá, en una de esas, se resbaló y quiso agarrarse de una sombra que vio y era un nopal, cosas así pasaban.

De todos modos, a mis tíos les gustó mucho, a ambos, no siguieron en la hacienda, pero se quedaron aquí, alquilaron un lugar, después compraron esta propiedad (que estaba en ruinas). Y ya empezamos a venir también. Como ellos no tenían hijos dos de mis hermanas se había criado con ellos, allá en Matamoros, para estudiar, para pasar a estudiar a Brownsville. Ellos estaban acostumbrados a ellas y aunque ellas ya habían crecido e incluso una se había casado, insistieron en que nos viniéramos, y que se viniera mi papá, terminé yo de estudiar, terminó mi hermana.

Finalmente, así fue como llegamos aquí, ya luego me dieron una plaza en San Miguel y empecé a trabajar, nada más los primeros meses, porque era otro calendario escolar, allá era el calendario B y aquí el calendario A, allá entraban en septiembre y salían en Julio (como ahora); aquí se entraba en enero y se salía en noviembre, o entrabamos en febrero y teníamos diciembre y enero de vacaciones. Ya luego yo pedí mi cambio, no quería seguir en San Miguel, lo odiaba; tenía que irme todos los días bien temprano y era el horario discontinuo, así que me iba a las siete de la mañana, porque los autobuses que se paraban por todo el camino, entraba a las nueve allá, porque el horario era de nueve a doce y luego de tres a cinco, como el primer día no hallaba que hacer me vine a Comonfort, pero nada más para llegar y regresar. Estaba yo sola, substituía a una maestra que se había jubilado y la escuelita la tenía en su casa, ahí en el mero centro de San Miguel. Era una escuela de un solo maestro. Le caí bien a la maestra y me dijo:
-Le voy a seguir prestando mi casa y no se vaya, aquí comemos las dos. Luego ella se venía conmigo el fin de semana. Pero pedí mi cambio porque ya llegaba yo aquí a las siete de la noche. Luego, luego me lo dieron, pero me contaba el director de Educación que le dijo al inspector:
-No la vayas a cambiar.
Porque todos los que llegaban los enviaban a las comunidades y a mí me dejaron ahí en San Miguel. Entonces le expliqué:
-Es que yo sí me quiero cambiar
- Y, ¿a dónde?
-A Comonfort
-¿A ese pueblo tan feo?
-No está feo, y yo ahí quiero porque ahí viven mis papás.
-Ah, entonces sí, que te cambien
Y ya me cambiaron la Tresguerras tenía dos años trabajando, yo llegué en el tercer año de la Tresguerras y pues ahí me quedé.

Yo soy de un lugar que se llama Miacatlán, Morelos, está sobre la ruta que va de Cuernavaca a las grutas de Cacahuamilpa. Mis papás tenían una panadería, pero yo no me interesé por ese negocio. Estudié en la universidad de Morelos, tenía esa función la Universidad, entrábamos a clases con los demás grupos, en materias afines a la docencia. Yo llegué a Comonfort en el año 65. En ese entonces todo se hacía en la ciudad de México: los cambios, los nombramientos. Yo venía del estado de Veracruz, estaba trabajando en un lugar que está cerca de Loma Bonita, que ya es estado de Oaxaca. Pedí mi cambio y me lo dieron aquí en Comonfort, directamente. La dirección de Educación Estatal nos indicaba dirigirnos al inspector de zona y el inspector de zona en Comonfort, en ese entonces, era un señor ya grande y vivía en Dolores Hidalgo. Siempre las indicaciones era que llegáramos a la presidencia municipal y ya en la presidencia municipal nos conectaban como se debía. Yo llegué aquí y me dijeron:
-El inspector no vive aquí llega hasta mañana o, como ya es fin de semana, llega hasta el lunes.
-Bueno entonces ¿con quién me dirijo? Ah, pues vaya con la maestra Blanquita.
En ese entonces había siempre una persona que ayudaba al inspector, como me dijeron que el inspector era un viejecito yo pensé: la maestra Blanquita ha de ser una viejecita. La persona que me atendió en la presidencia me dio las indicaciones de donde vivía la maestra, me dijo:
-De esta calle, que es Arista, va a la esquina, es la calle de Iturbide, a media calle vive la maestra Blanquita, cualquiera le dice quién es y dónde vive si no da. 
Iba yo para allá, antes de llegar vi a Blanca y pensé: "Qué guapa muchacha" y los dos nos quedamos viendo, pero no pensé que ella fuera la maestra Blanquita que yo creía que era una viejecita. Ya llegué, toqué, una de sus hermanas me atendió me dijo, no tarda, fue aquí a la esquina llegó y vaya sorpresa. Así fue como nos conocimos y como llegué a Comonfort.

Yo traía mis órdenes, llegué directamente a La Palma, ahí estuve catorce años, llegué como maestro, pero era el único, no había más, era escuela de un solo maestro.
Toda derruida, toda en ruinas. Ya cuando conocí la escuela pensé: "Aquí hay mucho trabajo, va a requerir mucho trabajo". Ese primer año me reuní con todos los padres de familia, empezamos a hablar de las necesidades. Lo que me comentaban ellos era que los maestros casi no duraban, que llegaban y a los tres meses, seis meses, algunos al año escolar, se iban. Empezamos a ver las causas probables por las cuales los maestros no se quedaban tanto tiempo. En primer lugar, porque todos veníamos de fuera y siempre buscábamos regresarnos a donde veníamos. Pero a partir de ahí siento que hubo una conexión con los padres de familia y fue como me fui quedando.  Cuando llegué a trabajar atendía primero, segundo y tercer grado. Con el inspector vimos la demanda que había, eran muchos niños. En ese mismo año mandó a otro maestro y yo fungía como director con grupo.  Después, cuando empezamos a revisar cómo estaba instituida la escuela, resultó que era una escuela rural y estaba asentada en un ejido. Por lo tanto, a la escuela rural se le considera como el primer miembro del ejido y se le asigna la mejor parcela del lugar; por lo mismo, las indicaciones eran que todos los padres de familia debían trabajar en la parcela. Así fue como rescatamos la parcela, empezar a trabajar y eso nos permitió ir construyendo. A partir del trabajo que empezamos a hacer padres de familia, y los maestros que llegaron, nos fuimos integrando muy bien, hicimos un buen equipo, fue como la escuela empezó a crecer, casi casi a los tres cuatro años ya era de organización completa.

Como a los cinco años de eso nos casamos.
Nos casamos en el 67, ya tenemos 55 años y este año, si Dios quiere, cumplimos 56.


Nuevamente los tapetes,
diciembre de 2022

Pues no, el Capitán Borja, como rememora el autor de la carta, tomó muy a mal que se le pidiera la remoción de Juan García. El autor de la carta es el sacerdote Rafale Aragón que fue Cura Párroco de este pueblo en esa época. Él con mucha prudencia aconseja al ayuntamiento ya no mencionar el asunto y culpar a  Querétaro, como ya habían hecho en el oficio dirigido a Iturbide,  de las malas opiniones que se expresaron acerca de García. Aunque con la misma prudencia asegura que no tomará a mal si se hace lo contrario.  Al momento no sé qué sucedió en Chamacuero con respecto a Juan García, más parece un personaje incómodo que un verdadero peligro.  Este documento está fechado a principios de junio, en todo caso faltaba muy poco tiempo para que esa situación ambigüa dejara de ser una constante y todo derivara hacia la consumación de la independencia.
Pero regresando a esa escuela, varias gentes de acá, del centro, llevaban sus niños a la escuela a La Palma, porque era una escuela modelo. Hacían las fiestas bien bonitas, cuando yo, que trabajaba en el centro iba para allá, veía un montón de gente que iba caminando hacia la Palma para ver el festival, porque eran festivales muy bonitos. Y estaba gente de aquí incluso un hijo de Pepe Sánchez estuvo allá, un hijo de la Sra. Foy, una norteamericana que se casó con el licenciado Constantino Olalde: Vicente Wicks, también estaba en La Palma, ella venía y lo dejaba aquí en la casa y ya se lo llevaba Cristóbal junto con mi hijo que también estaba allá. Está señora tenía a una hija y a Vicente en un colegio muy prestigioso y muy caro en Querétaro. Diariamente los llevaban hasta allá. Pero luego vio el nivel que había en La Palma y empezó a llevar a su hijo, pero invitó a Cristóbal a que fuera a ver cómo trabajaba este colegio con el método Montessori. Era un colegio de religiosas, muchas eran italianas y muchas españolas.

Con esa invitación Cristóbal juntaba a los maestros saliendo de las clases, que para esto ya eran de horario continuo, y se iban a Querétaro en los carros, Cristóbal ya tenía un carro, un Volkswagen y alguien más otro. Todos se iban a Querétaro al colegio y entonces veían todo el material les enseñaban como lo trabajaban, todo, todo les explicaron sin ninguna reserva (yo llegué a ir una vez con ellos era una escuela hermosa). Entonces ellos se venían aquí los sábados y domingos y hacían Material de trabajo, junto con Cristóbal. Luego los padres de familia también trabajaban, las mamás ayudaban recortando cosas para hacer fichas para trabajar y llegaron a tener una gran cantidad de material, que era notoria la dedicación de todos. Hasta antes de eso en esa parcela nadie había dejado nada bueno para esa escuela. Pero ahora había veces que los papás llegaban y le decían a Cristóbal:
-Tenga, profe-y le daban algún dinero.
-¿Para qué?
-Para lo que está haciendo; para lo que vaya a hacer.
Tenían el espacio lleno, lleno de material para que los niños trabajaran y tenía a las mamás ahí involucradas también, y a los papás. Fue una escuela muy bonita y una época muy bonita.
Pero ya luego él (Cristóbal) siguió estudiando, se iba a Monterrey, nos íbamos a Monterrey, estudiaba Psicopedagogía y luego ya pasó a Secundaria y ahí se acabó su participación en la escuela.

Nunca coincidimos como maestros en la misma escuela, yo estuve en la Tresguerras hasta que me jubilé, cuando llegué tenía dos años la escuela, se trabajó aquí en donde está el rastro. Cuando empezó era primero y segundo nada más, pero cuando yo llegué ya tenía hasta sexto. Los grupos eran chicos, yo tenía veinticinco alumnos, era un grupo de quinto.
Se rentaba una casa en la mera esquina en la acera de enfrente, era una casa que en parte estaba en ruinas, yo trabajaba en un cuartito que creíamos que tenía piso de tierra, lo limpiábamos, lo tallábamos y tallábamos y un día resultó que tenía ladrillo abajo, apareció debajo de tanta tierra. Cuando recién llegué muchas cosas me parecían distintas a lo que yo conocía, me decían, con su acento muy de Comonfort:

-Seño -porque no decían maestra- ¿me da permiso de hacer de las aguas?

Yo no sabía que era, me reí, máxime que el baño era un baño de esos de pozo, nada más. Pero fue creciendo y creciendo la escuela y se tuvo que rentar otra casa, en esa misma cuadra, que era propiedad del Dr. Mota.

Estábamos ya en tres casas, pero para entonces la secundaria había empezado su edificio; ellos trabajaban aquí donde está la Casa de la Cultura, que había sido hospital. Dijeron que nos iban a dejar ese lugar, pero teníamos que hacer méritos. Entonces salíamos de trabajar a las cinco (todavía era horario discontinuo) y a las seis entrábamos con adultos: personas que no habían terminado la primaria, porque había mucho analfabeta aquí. Así empezamos a dar clases ahí los seis maestros que éramos en la Tresguerras. Veníamos a dar clase, teníamos los seis grupos. Ya después la secundaria nos dejó ese lugar, pero como quiera la escuela creció también mucho, se seguía trabajando con unos grupos en el rastro y otros acá, y antes de venirnos a este lugar también nos fuimos por la calle Ocampo y se alquilaban otras casas y no cabíamos porque fue creciendo, creciendo. Poco después empezaron por hacerse tratos con el CAPFCE, que era la institución que construía las escuelas y se tenía que trabajar, porque las escuelas tenían que dar determinada cantidad y el gobierno otra cantidad por medio del CAPFCE. Así que empezamos a trabajar, nos poníamos a botear, me acuerdo un año, era semana santa y todas las maestras nos subíamos a los autobuses a "botear" aunque eran vacaciones, no las tomábamos. Hacíamos el kilómetro de pesos y muchas otras actividades. Los padres de familia también cooperaban trayendo material de construcción. Se había donado a la escuela el espacio de lo que había sido el panteón viejo. Ahí se construyó la escuela, que es la que está hasta ahorita.

[¿Había alguna diferencia en el trato con la gente en La Palma que acá más al centro? Lo pregunto porque quizás ello complicaba el acercamiento a los padres o a los alumnos]
Si la había, era muy marcada, en varias cosas, en su forma de vestir, en su forma de relacionarse, su forma de hablar era muy particular.
Decían ellos, con su acento: "Ya llegó el Cristóbal".
Y la misma gente sentía que la comunidad era casi un rancho aún.

[Yo lo recuerdo a usted en la secundaria doctor Mora y después en la Francisco Villa de Celaya, como orientación vocacional o algo así]
En la secundaria había un programa y un departamento, era de asesoría, asesoría a los alumnos y también a los maestros, ahí se canalizaban las dificultades entre los niños, pero, sobre todo, era un Departamento de orientación vocacional.

Como a los ocho años de que llegué a Comonfort, comencé a trabajar en Celaya en la Normal, trabajé mucho tiempo con una normal que se llamaba Complejo Educativo Ignacio Allende, trabajé con Normal primaria, Preescolar y Normal Superior y en la secundaria también, nos daban esa oportunidad. Ya cuando yo terminé de estudiar pude pasar a lo que era Mejoramiento Profesional también. Trabajaba los sábados con los maestros, de Mejoramiento Profesional surgió la Universidad Pedagógica, y fue como yo empecé ahí, soy de los que iniciaron la Universidad Pedagógica.

Pero luego fue a Monterrey y estudió Maestría en Psicología Clínica.

También ahí, en la Francisco Villa, el jaló a los maestros para hacer alguna actividad en la que, como acá en La Palma, salían también. Ya cuando estuvo en la Universidad estuvo un tiempo en México, en la elaboración de uno de los textos que se llevaban en la Universidad Pedagógica.

En la Universidad Pedagógica entré en 1980 y fue cuando definitivamente dejé todos los demás trabajos que tenía y me integré de tiempo completo en esta universidad. Tenía algunos cargos de asesor y durante algún tiempo también fui director de la UP. Estuve hasta el año 2000. 
En el 2000 me retiré.

Pero en la mañana estaba en la pedagógica y en la tarde en su consultorio.

Desde 1980 yo empecé con el consultorio, el consultorio lo realizábamos entre tres compañeros. Manejábamos más como atención a las personas, pero de una manera integral; la idea era de dar asesoría a la familia, porque de repente estaba ahí la problemática. Ya eran cosa más complicadas no de orientación vocacional.  Funcionamos así como tres o cuatro años, después los demás compañeros decidieron integrarse a otro tipo de trabajo y me quedó yo con el consultorio, estuve así hasta el 2005, pero debido a la situación ya era muy peligroso llegar aquí a las nueve o diez de la noche, entonces lo cerré.

Yo me jubilé en el 91, ya tengo treinta y dos años de jubilada; más de los que trabajé. Pero me jubilé porque me enfermé, me sentía muy mal. Además, estaba trabajando en la mañana como directora y como maestra por la tarde. Esto fue sugerencia del profesor Isaías (Vales) que era el inspector. Con el empecé a trabajar en la Tresguerras era una persona muy trabajadora y siempre fue excelente persona conmigo. Para ese entonces él me decía: "Maestra, tome un grupo en la tarde". Pero yo no quería aceptar, del mismo modo cuando para ser directora me insistían y yo no quería, a mí me gusta mucho trabajar con los niños. Pero para aceptar un grupo en la tarde el maestro me insistió porque en la escuela, el turno de la tarde ya se había formado, pero se desintegró porque a los papás no les gustaba, debido a que los maestros en la tarde faltaban.

Pero él me decía que ya no cabían los alumnos en la mañana y sí eran muchísimos, eran setecientos y tantos alumnos cuando yo estaba de directora. En la parte de atrás de la dirección atrás, se puso una división para que la dirección quedara chiquita y ahí se acomodó un grupo. Pero el profesor Isaías me decía: "Es que usted es una garantía, donde la ponga es una garantía". Y ya acepté. Tenía yo más alumnos en mi grupo de la tarde que los que se habían inscrito en la mañana en dos grupos. Así estuve mañana y tarde, pero me enfermé de la tiroides y tardaron los doctores en saber lo que tenía Y ya dije: "Pues ahora sí" y me retiré, trabajé como veintinueve años y fracción y aquí estoy.

En esos últimos años era directora en la mañana y atendía un grupo en la tarde porque, aunque ocupen el mismo edificio, se considera que son dos escuelas diferentes, creo que a la fecha así sigue siendo.

En la Tresguerras, después de la maestra Oliva (Gamiño) siguió de director el maestro Isaías, pero después lo nombraron inspector. Pero ya desde antes el inspector me decía: "Blanquita, vete de directora a tal parte" y como yo no quería, me insistía "Es que está esta dirección para cuándo se retire Oli tú te quedes con la dirección. Total, que el profesor Isaías le dieron la inspección y estuvo como tres o cuatro meses como director otra vez, o sea como director sin grupo. Porque desde que yo llegué a la tres g él era el encargado de la dirección. Pero a final de cuentas me quedé con la dirección, aunque no quería, yo prefería estar con mi grupo, pero sí me quedé, y todos los compañeros todos me apoyaban, porque se decía que había otras personas que podrían pelear la dirección de la Tresguerras: un profesor que estaba en Neutla, que había sido mi alumno y era director, podía pelear esta dirección, lo mismo que quien estaba en la escuela de La palma. Pero nadie, nadie peleó conmigo por esta dirección. Todos me dejaron, y dije: "Bueno, es mía ya, gracias" y ahí me quedé como directora.

Yo nada más había estudiado normal y como tenia a mis niños chicos ya no quise estudiar. Cuando Cristóbal estudiaba la licenciatura en psicopedagogía nos íbamos a Monterrey él me decía: "Tú entra, también". Peo yo no quería dejar solos a mis niños, entonces yo no estudié. Además, estudiar en ese tiempo una licenciatura era para pasar a secundaria o prepa y a mí me gustaba la primaria.
Aun así entré, en el primer año que se abrió la licenciatura aquí, íbamos a Guanajuato, en las vacaciones teníamos que estar allá. Cristóbal se iba a Monterrey y yo me iba a León con mis papás que allá vivían, todos los días me llevaban a la Central como a las seis de la mañana porque teníamos que entrar a las ocho. Así fue el primer año, luego ya abrieron acá en Celaya la licenciatura, ahí seguí y terminé en la primera generación de la Licenciatura en Educación Primaria.

Después entré a la normal superior. Me gustó mucho español, me traje el primer lugar. Éramos cincuenta y cuatro alumnos, maestros. Pero era también para seguir en secundaria y como a mí me gusta más la primaria y tenía uno de mis hijos chicos dije: "No, hasta ahí". Y vinieron a decirme: "Es que sacaste el primer lugar" y vinieron a traerme lo de la inscripción (ese era el premio) y me insistían, pero yo ya no quise.

Después que me compuse, ya jubilada, me decía yo: "¿Para qué me jubilé?" Veía los desfiles y se me hacía un nudo en la garganta, y eso que me chocaban los desfiles, pero jamás falté a uno. Veía yo a los niños y más cuando veía pasara la Tresguerras.

Luego de que me recuperé, todos los años venían y me invitaban a trabajar al colegio Héroes de Chapultepec. Pero no me dejaban aquí en mi familia, aunque ellos sí se iban, el más chico estaba en la prepa, aquí en el Marista y se iba con Cristóbal, el más grande ya estaba casado, ya no estaba aquí, el de en medio estaba estudiando en Querétaro, venía solo el fin de semana, me quedaba yo sola mucho rato y un día me vinieron a buscar nuevamente, estábamos por salir, teníamos ya los velices y todo, y vino la directora del colegio:
-Maestra es que los papás me dicen que usted -y luego luego mi hijo el más chico:
- No, mama. ya no trabajes.
Ya tenía cinco años de no trabajar. Los papás le sugerían a la directora que viniera a verme, cada año venía.  Como estábamos por salir le dije:
-Mire, es que ya estamos por salir -pero me insistía y me decía que tenía muchas recomendaciones. Entonces dijo Cristóbal:
-Acuérdate que no te gusta desfilar:
-No desfila maestra -me ofreció la directora.
-Y no te gustan las juntas -dijo Cristóbal.
Porque a mí me chocaba que nos interrumpieran las clases para tener juntas, y que dijeran: "Mañana no hay clases porque va a haber junta de esto". Me chocaba.
-No va a ninguna junta -me volvió a ofrecer.
Ya con esas "prestaciones laborales" dije que sí, me regañaron aquí y les dije: "Ya di mi palabra". Trabajé feliz y trabajé tres años.  Ya luego les expliqué: "Ustedes se van a la escuela, al trabajo. No se van a dar cuenta de que yo me fui, cuando ustedes regresen ya estoy aquí". Y así fue exactamente. Ya para el segundo año mi hijo no estaba en la prepa, estaba en Querétaro, aquí nada más estaba Cristóbal; mi otro hijo venía el fin de semana, así que nadie sabía si había yo ido o no había ido a trabajar al colegio. Aunque me traía un montón de chamacos en la tarde para ponerlos al corriente o hacer alguna actividad manual, que siempre me ha gustado. Se venían muchas niñas y hasta las mamás, me decían: "Dennos clases de bordado". Y hacían sus mantelotes bordados. Todo esto era fuera del horario, así estuve y el tercer año que dije: "Hasta aquí", pero seguí dando clases de pintura decorativa.

[Maestro, al especializarse en Psicopedagogía ¿no extrañó el aula, el trato directo con los niños?]

Sí, si extrañé el aula mucho.

Mi papá decía que no conocía otro maestro, de verás maestro, más que a él. Hasta la fecha nos encontramos en la calle maestros a los que les daba clase en las normales, maestros ya jubilados que nos dicen: "Es que nunca tuvimos un maestro como él ". Siempre lo florean.

Lo que pasaba es que como ya trabajaba yo en normal primaria, normal preescolar y normal superior, ahí tenía yo la oportunidad de hablarle a los niños, me representaba la práctica y podía combinar la práctica con la teoría. Siempre me han atraído los niños y sobre todo la enseñanza, sin embargo, a través de los maestros, de la formación, sentía que lograba un poco más.

Ya cuando me jubilé me vinieron a invitar de la normal de aquí de Comonfort. Acepté y participé durante tres periodos.

En la primaria se organizaban paseos, por ejemplo, para el día del niño. Nos íbamos, por decir: al río, pero no aquí precisamente, íbamos por donde está Virela. A esa altura llevábamos a los niños. Ahí comían. Íbamos al cerro, pero cuando no había camino, había que treparse como uno pudiera, si encontrabas el lugar, bien, y si no por entre las piedras. Y así salíamos con ellos a distintas partes, incluso cuando el camino que va ahora a Neutla era pura tierra llegábamos a ir a partidos de futbol, caminando con los niños hasta Neutla. De regreso, a veces nos daba raid alguna camioneta u otro vehículo, pero de ida sí llegaban los niños a jugar como si nada, después de haber hecho esa caminata tan grande.

Era muy bonito porque todo era muy tranquilo, cuando yo entré a trabajar en la Tresguerras, la escuela estaba en la en la calle Arista, en esquina con otra calle, como entrábamos en la mañana, salíamos a mediodía y teníamos que regresar me iba con las niñas de ahí derechito hasta el Río, y por el río nos veníamos caminando entre el agua, pero estaba bajito y se venían a dejarme, el agua estaba limpia y había piedritas, con los zapatos en la mano llegábamos aquí.

Era muy bonita toda esa época, no había peligro, los niños llegaban y se iban solos, cosa que ahora no podrían hacer. Esa época cuando tu mamá [la Sra. Ma. Antonieta Navarro] fue presidenta de los padres de familia (una persona magnífica) nos ponía, el día del niño, las obras de teatro y no nada más era para los niños, se llenaba de papás, porque ya estaban esperando y preguntaban: "¿Sí va a haber obra?" Fue una época muy bonita, la escuela siempre tuvo su prestigio. Mucho prestigio.

Me acuerdo de un director de educación que vino a una visita a la Tresguerras y le dijo a Blanca, usted no se puede jubilar, porque usted está en el inventario de la escuela.

Pues sí, trabajábamos mucho, en una ocasión del DIF me vinieron a decir que participara para un concurso en el Estado, el DIF me proponía a mí como persona que había hecho algo por el instituto, y yo preguntaba
-¿Qué hice?, si yo nada más cumplía con mi trabajo.
- Es que esas rondas que usted ponía eran muy buenas.
Se referían a unas rondas con cuerdas, los brincos con cuerda, concursábamos cada año y nadie nunca nos ganó. Concursábamos en la zona, luego concursábamos en Celaya. Por lo general siempre ganaban colegios particulares, pero a nosotros nunca nos ganó ningún colegio particular. Había un maestro, era director y era dueño de un colegio, cuando estaba yo embarazada de mi primer hijo me dijo, cuando fuimos a competir:
-Ahora sí no nos va a ganar
-Pues vamos a ver.
Y luego que ganamos me dijo:
-Pues ¿cómo le hizo?
-Yo no brinco, yo les digo que hagan y cómo brinquen.
Y la verdad, sí eran de veras muy bonitas.  Ahora que veo los desfiles yo me acuerdo que en un desfile les puse brincar cuerdas dobles, iban de banqueta a banqueta con las dos cuerdas y brincaban la cuerda doble, con música y bailando. En una alcantarilla una niña pisó mal, se lastimó y ya no pudo; todo el desfile me lo eché yo dándole con las cuerdas. Veo yo que ahora ya todo eso se terminó, eran competencias muy bonitas. Yo les pedía a las niñas ropa que no les costara, en tanto que las de Celaya iban las con sus tiras bordadas muy elegantes y las de aquí no: con su delantal de tela delgadita y su vestidito. Y se veían bien bonitas

[Yo comenté que la maestra María de Jesús Núñez había sido mi maestra cuatro años y había sabido tratar con acierto mi exagerada timidez e introspección]

Mi comadre (la maestra maría de Jesús Núñez) era muy buena maestra, hacíamos mancuerna. Por ejemplo, si yo ponía las rondas ella era la que me ayudaba en todo y eran niños que no tenía yo como maestra, porque yo tenía quinto o sexto y siempre eran niños de primero. Que los haga uno coordinar y todo eso, siempre es difícil, pero lo lográbamos y siempre hacían, todos parejitos, lo que les ponían. Yo en una ocasión le sugerí a la directora, en una junta de consejo, que hiciéramos talleres de distintas actividades en un día a la semana; en determinado horario poner talleres. Entre los talleres que se abrieron se abrió danza. Resultó que todos querían danza teníamos el patio lleno. Pero para vestuario les encargábamos, a los niños, pantalón de mezclilla y camisa blanca; a las niñas, una falda roja y una blusa blanca. Y con eso, con ese mismo vestuario participaban en el día de las madres y ya no tenían que gastar. Nada de que les pedíamos otra cosa, además todos podían salir en el bailable, porque si no vino fulanita el día del festival, sutanita hacia el apoyo porque todos sabían el bailable. Y todos los coordinábamos y todos bailaban. No había nadie de que "yo no puedo porque no me van a hacer el vestido". Tenían todo un año para que les hicieran la falda, el siguiente año esa misma falda les servía y a los niños el mismo pantalón de mezclilla les servía. Tuve buena idea, en ese sentido, de que no se discriminaba a nadie porque no le pudieran hacer el vestuario, así fuera de Yucatán o así fuera del norte, se usaba el mismo vestuario.

En una ocasión, ya en el edificio actual, se estaba haciendo una fosa para el salto de altura, estaban mis alumnos y los alumnos del compadre Cirilo, de repente se sumió la tierra y aparecieron muchas osamentas, algunas se desintegraban otras ahí se quedaban.

En otra ocasión iba a meter una tolva con grava y pasó por un lado de la entrada, junto a la cancha de basquet y también se hundió. Decían que eran fosas comunes y don Panchito, que sabía muchas historias, nos contó que esa fosa estaba porque había habido aquí una epidemia, entonces pasaba una carreta con caballos y donde había habido un fallecimiento recibían el cuerpo y lo llevaban al panteón, lo depositaban en la fosa común. No permitían, como ahorita con el COVID, la velación y los enterraban en fosas comunes. Porque eran muertos todos los días, una epidemia muy fuerte.
Incluso el primer año que se iba a inaugurar la escuela, don Panchito sembró maíz. El día que íbamos a inscribir (porque teníamos unos días para inscribir, no era con la anticipación de ahora) estábamos ahí inscribiendo y don Panchito fue y cortó elotes, puso una tina y los puso a cocer.  Eran unos elotes enormes y gruesos, unos granos hermosos. Pues muchas maestras no quisieron, decían que "quien sabe qué tendrían, que estaban abonados con muertos sabrá Dios de qué". Pero mi comadre Ma de Jesús y otras maestras nos comimos nuestros elotes y aquí estamos.

También platicaba don Panchito que todos los albañiles, como los trajeron del CAPFCE, ahí se quedaban, cuando ya había construcciones para medio ocuparlas.  En las mañanas llegaban los albañiles y decían que no habían dormido por haber visto esto o aquello, que veían cosas y les pasaban cosas.  Don Panchito decía: "Yo ando en la noche por todo el patio y en todas partes toda la noche y nunca he visto nada, nunca me ha pasado nada".

Esos rosales enormes que estaban en el centro, casi todos se los llevaron de aquí, y a veces el director de educación venía, la escuela estaba hermosa y se llevó plantas para la SEP en Guanajuato.
Una vez me habló el inspector, eran vacaciones. Me dijo: "Blanquita, está conmigo el director de educación, el director de quien sabe qué y no sé quién más, te estoy pidiendo permiso, estoy aquí en la Tresguerras, de que pasen a tu salón, a verlo". Los llevó a ver como tenía yo mi salón, como estaba organizado, los cronogramas, el horario que tenía, todo, todo. Quería que lo vieran.
Le regalaron a él bancas individuales, butacas y me las pasó a mí salón, nada más eran para un salón, me dijo: "Es que tú sí las cuidas". Batallábamos con los pizarrones, se ponían brillosos y se resbalaba el gis. También me mandó unos pizarrones nuevos. 

[Yo recuerdo, cuando estaba en sexto, estaba yo en otro grupo, y un día entré a su salón y sí noté la diferencia, sí dije:" Ah caray, aquí hay muchas cosas que allá no tenemos"]


Sí, en los setentas y antes el nivel económico era muy diferente, incluso cuando yo empecé a trabajar iban niños descalzos y uno se preguntaba, ¿cómo era posible?, si pareciera que en su casa si se pudiera que trajeran zapatos, pero no. Y acababa uno por no verlo mal, ni los demás.

Yo recuerdo que el salario mínimo en ese tempo era de diez pesos, lo que ganaba diario un jornalero: diez pesos. Me acuerdo porque estábamos en la escuela, a los niños les decía que el que tuviera carretilla y palas que las llevara para sacar todo el escombro, porque la escuela estaba en ruinas, había mucho que no servía porque se había caído el techo y las bardas. Entonces algunos padres de familia pasaban y me daban diez pesos, yo les preguntaba:
-Y, ¿esto para qué es?
-Para que usted pague a un peón, es lo que gana en un día.
-Le voy a dar un recibo -les decía y me contestaban:
-No, ¿para qué? Ahí estamos viendo el trabajo. Estamos viendo que trabajan.

Una vez se enfrenó y lo llevaron al ISSTE a Irapuato y lo internaron. No había clínica aquí en Celaya, nada más consultorios. Un día llegó una señora, doña Engracia, hermana del Lic. Olalde. Llegó con una bolsa de plástico llena de morralla y dijo:
-Traigo este dinero.
-¿Para qué? -le pregunté.
-Para el profesor Cristóbal, porque sabemos que está enfermo y puede necesitar, y todos juntamos este dinero para él.
A mí se me hizo un nudo en la garganta, pero le dije:
-No, muchas gracias, no lo necesitamos.
Pero pues sí lo necesitábamos, porque en ese tiempo también nosotros ganábamos muy poco. Pues no se quiso llevar el dinero. Después, cuando Cristóbal salió y regresó al trabajó se llevó el dinero y dijo: "Aquí en la escuela lo voy a emplear". Eso fue muy bonito de parte de los padres.

Ya cuando se salió de la escuela, venían y decían es que queremos hacerle un monumento…

A mí me pasó algo, yo empecé a trabajar con los choles en Chiapas, en la selva, caminaba veinticinco kilómetros del centro del municipio al lugar donde me tocó.
Entre pura selva, hay fotos donde se ve todo oscuro, oscuro de tanto árbol
Y nosotros no podíamos hacer nada si no teníamos permiso, la escuela donde yo llegué estaba en ruinas también, porque ahí sí decían que el maestro que llegaba estaba uno o dos días, descansaba y se regresaba. Yo vi las carencias y empezamos a construir una nueva escuela, pero no teníamos mobiliario y me fui a México con el director de educación y me recibió, me recibió y yo ni sabía los protocolos ni los reglamentos.
Y no había tanto protocolo como ahora para todo.
Y le dije, maestro: yo vengo por esto, ya le expliqué lo que estábamos haciendo y de dónde venía y dice:
- ¿De Chiapas vienes? ¿Nomás a pedir mobiliario viniste?
-No, y otras cosas, yo vivo aquí, soy del estado de Morelos
-¿Peros sabes que te puedo cesar?
-No, no sabía.
-Tú debes de traer un permiso del inspector que es tu jefe inmediato.
-Sí pero el inspector está en el municipio de Palenque y yo hago dos o tres días para ir al municipio de Palenque, si quiero rápido pues alquilo una avioneta y llego.  Hice el mismo tiempo, y hasta es más rápido, para venirlo a verlo a usted, que ir a ver al inspector para que me diera ese permiso.
-Pero te puedo cesar -insistía.
-Pues me puede cesar, me sale más barato dejar todas mis cosas en donde las tengo y ya me voy a mi casa en Morelos -nomás movió la cabeza- así que usted decide.
Y ya le seguí platicando y le interesó tanto que me mandó un furgón de tren con material.

Y ahí construyó otra escuela

Ahí construí esa escuela, en todos los lugares que he estado he construido escuelas, en las primarias, aulas en realidad.
En la Universidad Pedagógica pasa la falla y exactamente destruyó dos edificios se tiraron y se construyeron en otro lugar.
Era el municipio de Salto de Aguan en Chiapas, era el distrito de Palenque, para lo relativo a la SEP

Tiene la foto de los señores, con sus pantalones blancos y sus túnicas también blancas y su cabello largo, largo.

Eran lacandones, no hablaban español, hablaban chol, para entenderme ahí se me ocurrió hacer dibujos, dibujaba un plátano, por ejemplo, ellos me decían en su lengua, decían:  Haaa,  y yo decía Plátano, porque estábamos viendo la letra P. También tenía un alumno, ya más grande, que hablaba un poco de español y él me servía de interprete. Ahí vivía, me dieron una vivienda de las que ellos usaban, para las paredes cortaban los árboles a la mitad y de ahí seguían.

Una vez, se levantó de su hamaca, porque dormían en hamacas y se estaba rasurando, con el espejo en un tambo, al mirar para arriba vio una serpiente en el techo. Otra noche despertó porque algo se le metió al oído y desesperado se echó alcohol, pero seguía oyendo algo adentro, se tuvo que ir a la cabecera del municipio a ver al médico, se le había metido una cucaracha. Y sí, con el alcohol se murió y sacaron las partes. Incluso con ese oído sí oye bien, pero algo le perjudicó.

Lo que cogí fue loción y me puse y eso fue lo que hizo que se muriera el insecto, me dijo el doctor que funcionó.
Había unos sapos enormes, llovía todo el tiempo. Cuando iba a la cabecera, en algún fin de semana, los señores me acompañaban e iban con machetes abriendo el camino, al regreso apenas se distinguía lo que habían abierto. Estábamos totalmente en la selva, fue una experiencia enorme.
Me decían que no me fuera, que me daban un terreno y me lo cultivaban de café. nadie se quiso despedir de mí. Iba yo y les daba la mano, me decían: "Si te damos la mano ya no regresas".

[ Yo siento que hay un equilibrio, una correspondencia entre el trabajo de ambos, un apoyo mutuo a lo largo de todo este tiempo, y quiero pensar que no se imaginan lo que cada uno hizo, sin considerar la presencia del otro. ¿Es así?]

Así es, yo recuerdo que estábamos aquí el fin de semana, le comenté a Blanca que quería seguir estudiando y le dije: "A lo mejor tú también, y si queremos seguirnos preparando tenemos que organizarnos". Y recuerdo que ella me dijo: "No, tú hazlo y yo me encargo de la familia". Ella siempre fue muy responsable, en ese sentido, y también afectuosa, muy afectuosa. Siento que, si no hubiera tenido yo ese apoyo, quién sabe qué hubiera pasado. En la misma maestría yo tenía que entregar trabajos y me dejaban leer, en ese período de cada ocho días, a veces hasta cinco o seis libros: Yo lo leía y a veces le decía tú lee este y me explicas.

Y es que él trabajaba, se iba de aquí el viernes en la tarde. Dejaba el carro en la central de Celaya, se iba y amanecía a las seis de la mañana en Monterrey. Ahí en la central se lavaba, se cambiaba y se iba a clases, entraba a las ocho. Luego salía y mi cuñado y mi hermana iban por él, lo llevaban a comer a su casa y luego a la central. Con ese itinerario no dormía, se regresaba el mismo sábado y en la mañanita llegaba aquí. Además, tenía tres trabajos, trabajaba en la normal primaria y otras escuelas. Y era de calificar, porque sí calificaba, les ponía notas a los trabajos y les corregía la ortografía, o sea que sí se notaba que revisaba. Y por eso me decía: "Léete esto y me platicas". Y así le ayudaba yo en ese sentido.

Pero También a ella le sirvió. Cuando estudió la maestría. Ya no le eran desconocidos esos libros.

Fueron épocas bien bonitas que nos traen muchos recuerdos, nos emocionan, nos dieron muchas satisfacciones. 
Como aquí cerca está la guardería del DIF y el kínder alcanzamos a oír, a las horas del recreo, las risas de los niños o cuando están ensayando. Se siente bien bonito. A veces vamos los dos caminando o en el carro y están saliendo los niños de las escuelas o de los colegios. Los vemos: mira lo que hace este; lo que hace aquel. Nos alegra estar viendo a los niños.
Cuando tenía poco de jubilarme, me dejaban encargada una sobrina nieta y salía yo con ella en la época en que vienen todos los norteños, entonces se paraba una camioneta y el que la traía me decía emocionado:
-Maestra blanquita… soy fulano, ¿qué no se acuerda de mí?
-Pues sí, pero tú te vas y te veo después de años ya me cuesta trabajo, pero ya me estoy acordando -y mi sobrina se moría de risa, me decía:
-Todos te saludan todos te conocen.

En ese tiempo, ahorita ya no tanta gente me conoce.  El otro día una de mis nueras estaba aquí, tocaron a la puerta y me vino a decir: "Le habla Juan girón".  Yo me espanté, dije: "Pues si ya falleció", fuimos a su misa… porque Juan Girón fue mi alumno.  Ya salí y era un primo hermano del que fue mi alumno, su papá de él había sido de los encargados, junto con el papá de Juan Girón, de El Mogote, en aquel tiempo, cuando ellos estaban en la escuela. Su Primo también se llama Juan Girón, pero ellos ya no viven aquí, había venido de paso, quiso saludarme, me abrazaba y lloraba muy emocionado.
En una ocasión vinieron cuatro de mis alumnos que ya habían terminado sus carreras a ofrecernos gratuitamente sus servicios, dentro del campo de lo que habían estudiado…  son muchas satisfacciones.

Son muchos años, recuerdos muy bonitos de los niños, una vez me decían en el colegio:
-Maestra, si usted volviera a nacer, ¿qué querría ser?
-Maestra,
-¿Sí? ¿Maestra otra vez?
-Maestra otra vez.
Luego de más de dos años de dejar testimonio de las maneras, forzadas y reducidas, en que la pandemia nos obligó a realizar parte de las festividades tradicionales, fue un gusto grande que este 31 de diciembre de 2022, las calles se hayan vuelto a adornar para la procesión solemne de ese día.  No le hace que haya estado el día nubladón y algunas gotas impertinentes hayan caído por la tarde, el adorno de las calles volvió a las usanzas que habían venido en incremento de su dedicación y esmero. Por eso digo: "Nuevamente los tapetes", no porque vuelva a hablar del tema, o a compartir fotos (muchas de ellas que ni son mías) sino porque nuevamente estuvieron ahí para emocionarnos con su efímera belleza y dejar constancia del trabajo colectivo de los vecinos de cada cuadra, que encuentran una enorme motivación en el peso de la tradición que honran año con año, para regocijo propio y orgullo de los que nomás pasamos a maravillarnos.  Ojalá, en muchos años más, nada nos obligue a comprimir o a posponer nuestras celebraciones.

Como ya dije, muchas de las fotos no son mías, pero la persona que amablemente me, nos las comparte, no tiene interés en que le haga publicidad, ni a sus fotos ni a su generosidad. Así que ahí van, mezcladas.
Como algún lector frecuente habrá notado, en nignuna de las secciones se sigue un rigurosos orfen cronológico para su publicación inicial, sí para su publicación final, es decir si usted lee los artículos de esta sección (artículos recientes) notará que si en la anterior actualización hablabamos de algo ocurrido en 1854 en la siguiente podemos hablar de algo muy anterior. Cuando estos "artículos recientes" se colocan en la sección correspondeinte sí se ubican en orden cronológico, cuando esto tiene sentido, como en el caso de la Historia o de la Fiestas, no así al hablar de Artesanías o Literatura.  Esto viene a colación porque el documentos siguiente, de mayo de 1821, es un documento intermedio entre otros dos que ya habíamos publicado en este espacio, son un antecedente natural pero, curiosamente, tratan un asunto un tanto cuanto diferente.

Este documento particulariza la "incursión" el 11 de mayo de 1821 de un tal Juan María García, de quien ya se había hecho referencia en el oficio que el Ayuntamiento de Chamacuero dirigió a Agustín de Iturbide y que ya publicacmos en este espacio, en tal documento se le califica de "Joven de carácter bullicioso, de mala fe y de público y notorio de mala opinión":
Según lo descrito por el Ayuntamiento de Chamacuero, ese tal Juan María García sí parece un embaucador y un oportunista de conducta arbitraria.  Si con mucho misterio muestra parcialmente los documentos que justifican su presencia no parece actuar correctamente. Si lo primero que hace es pedir ochenta pesos al Ayuntamiento, tampoco lo es. Por otra parte el párrafo que se transcribe, de el papel que pegó en la plaza pública, es bastante complejo de comprender, pareciera hecho con una ambigüedad intencional. El otro detalle, el intento de tomar los caballos de los "indios", también revela su oportunismo.
La segunda parte del documento es esta:

Aunque parece un tanto desarticulada, esta segunda parte del documento trata de aportar opiniones para la destitución de Juan María García, entre ellas el testimonio de alguien llamado Vicente Villegas y quien específicamente sugiere la remoción de el citado García.

Como ya hemos comentado estos documentos se doblaban de manera vertical y casi todo el texto aparecía en un lado derecho del mismo, reservándose el izquierdo para el destinatario o para notas complementarias. En el lado izquierdo de este documento nos indica el destinatario: Sr. Capitán don Miguel Borja.  Y, contrario a la mención de Agustín de Iturbide o Anastasio Bustamante en estos útlimos momentos de la Guerra de Independencia, Miguel Borja fue un insurgente desde sus primeros momentos, participando, incluso en apoyo de Francisco Javier Mina.  Cabría esperar que el capitán Borja fuera sensible a las solicitudes del Ayuntamiento de Chamacuero. Un documento posterior nos da luz sobre esta circunstancia. cuando comencé a leerlo pensé que era la contestación del capitán Borja:

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El día 1 de febrero, último del novenario, se realiza, por la tarde el Paseo de las luces, en la cual los feligreses, los presentes o quienes quieran integrarse, realizan un recorrido desde el templo Parroquial de San Agustín, hasta el templo de La Candelaria, portando velas encendidas, realzando el carácter de las luces, las candelas, en esta celebración.

Evidentemente se lleva en andas una imagen de la Virgen de la Candelaria aunque no es la imagen del altar del templo. Este año 2023 el recorrido se realizó desde la capilla del Ecce Homo en el barrio de Melgarito, es decir un poco más cerca de La Cancelaria, con la intención de formar un lazo de fraternidad con la feligresía de este templo (Melgarito). Solía este recorrido acompañarse de música de viento y cohetería, por las razones expuestas este año la procesión fue encabezada por la banda de guerra Dragones de Comonfort, después la imagen de la Virgen, los fieles con sus velas y, cerrando la procesión, la Danza Axzayacatl del Barrio de los Remedios.  Casi todos los participantes portaban, además de sus velas encendidas unas hojas de papel con la letra de ciertos cantos, mismos que entonaron a lo largo del recorrido.

El día dos, es decir, el día de la fiesta, tienen lugar Las Mañanitas, a las seis de la mañana. Tradicionalmente se llevaban a cabo con mariachi y duraban unas tres horas o más. Este año, haciendo un esfuerzo participativo se llevaron a cabo por un grupo de cantantes. No era infrecuente que una banda de viento tocar durante buena parte del resto del día.

Al mediodía se lleva a cabo la misa solemne, esta se celebra desde el templete ubicado en la plaza, a un lado del templo, pues el templo en sí es muy pequeño para la cantidad de asistentes. Luego de esta eucaristía, se bendicen las imágenes que llevan los asistentes, destacadamente sus Niños Dios y aquí es necesario decir que, si bien en los templos del municipio se pueden bendecir estas imágenes, es aquí a donde asisten fieles de todo el municipio, sean de la Parroquia de San Francisco, de la de San Agustín e incluso de la de Escobedo y Jalpilla.

Es emotivo ver cuántas personas portan su Niños Dios, uno solo o varios juntos en carriolas, tronos, canastos, carritos adornados o amorosamente en brazos, cual si de un niño vivo se tratara. También llega uno a ver señoras que en un brazo sostienen a su bebé y en el otro a su Niño Dios y son casi del mismo tamaño. También, como ya lo dijimos se bendicen las semillas, las velas o los recipientes con agua que algunos fieles llegan a llevar.
Por la noche, luego de la misa de la tarde, está presente un grupo musical y, por ahí de la medianoche se detona un castillo, este año 2023 además, por la tarde participó la Danza de los Locos de Comonfort, y no es el primer año que lo hacen; en la noche correspondió el turno a "La Sombra de Aguilares". Como se comprenderá, la fiesta se termina de ambientar con los puestos de comida o golosinas que algunos vecinos colocan alrededor de la plaza.

El mismo día de la fiesta los responsables de algún cargo (los cargueros) colocan su parande para remudar su cargo, es decir para pactar el apoyo que recibirá con los interesados en ayudarlo para la fiesta del siguiente año.  Anteriormente y aquí si hablamos de hace varias décadas, transferir o asumir un cargo implicaba un ritual complejo que ya no se observa. No obstante ello, la remuda se celebra también, con una fecha fija, el día 9 de febrero. Anteriormente se convertía dimensiones similares a la Fiesta misma, con castillo y grupo musical de grandes dimensiones.  Este 2023 la remuda consistió, nada más, en la celebración eucarística. Y ya que mencioné el castillo también fue una de las mermas de este año. 

Es importante mencionar que el hecho de que una tradición se modifique ni es de lamentarse ni es siempre para mal, tampoco es siempre para bien. Lo importante es que sean modificaciones propuestas y aceptadas por los protagonistas de la propia tradición. También el hecho de que un año haya faltado un elemento no implica que siempre deba de faltar, no falta quien asuma un cargo, grande o pequeño y sume su esfuerzo a la celebración. Como me dijo un gran amigo mío: A veces las tradiciones están en un momento, como el de los castillos pirotécnicos, cuando apenas hay una llamita que los mantiene encendidos, después viene un estallido de luz y de fulgor.

Agradezco al Joven José Antonio Aguayo la información que me proporcionó y el compartirme su percepción de esta fiesta y sus expectativas a futuro.
Descripción de la obra y la personalidad del Dr. José de la Luz Mota

Entregó su vocación de médico con verdadera humanidad a los más pobres, saliendo a cualquier hora del día e inclusive de la noche a atenderlos, no importaba la lejanía y en condiciones infrahumanas ayudar a las parturientas de alto riesgo, en un petate en el suelo. Cientos de niños de su época vieron la luz del día con su intervención y muchos padres de ellos le pidieron apadrinarlos en su Bautismo. Tuvo casi un centenar de ahijados.

Esas mismas personas, campesinos, indígenas, son tan agradecidos que siempre le correspondían con obsequios en especie: frijol, tortillas, elotes, verduras, frutas y hasta corderos de leche para barbacoa.

Fue el promotor de la siembra y cultivo de durazno en toda la región, ya que se puso en contacto con los agricultores del Estado de Michoacán y Morelos para adquirir las plantas, que fueron distribuidas a todos los que estaban dispuestos a su cultivo. Comonfort fue un gran productor de dicha fruta en esos años y sus grandes cosechas fueron recolectadas por importantes empacadoras del país, dando así la oportunidad de mayores ingresos al Municipio.

Se organizaba anualmente el "Baile de la cosecha de durazno", con la aportación de recursos económicos de los agricultores, Club de Leones, Comité Cívico Municipal y el gobierno Municipal.

En una ocasión, salvó la vida de una señora con su hijo, que estuvieron a punto de ahogarse en el Lago de Chapultepec. El Dr. Mota, sin medir el peligro, se lanzó al agua con todo y traje para sacarlos.


Promovió, igualmente, las tradicionales fiestas de Noviembre como Feria de los Remedios, sus danzas autóctonas de reconocido prestigio, y los demás actos que los organizadores del santuario de la Virgen habían planeado durante el año para dar mayor realce a dichas festividades. En una ocasión , el Dr. Mota se encontraba admirando a un grupo de danzantes de San Francisco del Rincón, Gto., en una terraza de las terrazas del Santuario, cuando sucedió una terrible desgracia que llenó de luto las fiestas: un camión de pasajeros se atravesó en la vía del tren y al quedar horizontalmente fue arrastrando con todo lo que estaba a lo largo de la vía hasta los andenes del F.F.C.C., muriendo casi unas 40 personas y un centenar de heridos. El Dr. Mota corrió al lugar del accidente y estuvo organizando el traslado de muertos y heridos además de atenderlos en el Hospital Civil toda la noche.

Como médico, es reconocido su "ojo clínico" por todos los que lo conocieron y sobre todo por sus compañeros colegas. Generalmente nunca necesitó de radiografías, análisis de laboratorio, etc,, porque solo de observar y preguntar al enfermo sobre sus molestias, se percataba de su enfermedad y los curaba. La Oración Fúnebre que se dijo en su entierro, se refiere a ese prodigiosos "ojo clínico", como don de Dios.

Siempre acompañándole, su tía paterna doña Virginia Mota Méndez, quien se había convertido como en su madre, al quedar huérfano desde la edad de un año, haciéndole pie de casa en un pequeño departamento de la ciudad de México, donde también aceptaron a otro chamacuerense, más tarde reconocido médico, el Dr. Manuel Márquez Escobedo, sobrevivieron en la Capital esa dura época de la Revolución, saliendo diariamente a la Facultad de Medicina en medio de las balas del ejército y los liberales. Gracias a los consejos, ayuda en los estudios, etc., del Dr. Mota, el Dr. Márquez logró, más tarde, recibirse de médico un años más tarde de haberse titulado el Dr. Mota. El Dr. Márquez Escobedo logró ocupar la Dirección del Instituto Nacional de Enfermedades Tropicales.

Por su gran amor a México y su tierra, Comonfort, con gran entusiasmo dedicaba el tiempo libre de su profesión, a la organización de eventos culturales y sociales, conjuntamente con el Club de Leones local, algunos miembros destacados de la sociedad y del gobierno municipal, yales como: torneos deportivos con premios en efectivo, maratón, ciclismo, de montaña (colocaron una vadera nacional en lo alto del Cerro de los Remedios y el que lo escalara más rápido la bajaría para recibir el premio), bailes, kermeses, festivales artístico, grupos musicales, etc., sobre todo durante su periodo como Presidente Municipal y más tarde fundador del Comité Municipal Cívico del que también fue Presidente durante varios años y marcó una época de oro de Comonfort.

Como gran patriota, también procuró con entusiasmo y dedicación, investigar la historia de la fundación de Chamacuero, sus grandes personajes como el Dr. José María Luis Mora, el paso del General Ignacio Comonfort, su monumento en los linderos con Celaya, su Iglesia Parroquial, la autenticidad del poeta Margarito Ledesma y, así, visitaba el Archivo General de la Nación, libros de historia patria, consultaba a personas que podían proporcionarle algún dato importante, etc., pero siempre con la mente abierta y activa para dar a conocer lo que en ese entonces era desconocido para muchos coterráneos y nacionales.

Par estar actualizado en su profesión médica y estar al tanto de los nuevos avances, frecuentemente viajaba a la ciudad de México, exclusivamente para visitar la Facultad de Medicina de la UNAM y su biblioteca, así como también comprar libros y más libros en las diferentes casas editoriales, en inglés, francés y alemán, pues tenía una gran facilidad para los idiomas.

Falleció la madrugada del 24 de octubre después de haber celebrado con sus compañeros el "Día del Médico" en la ciudad de México, D.F. y fue trasladado a Comonfort, con la ayuda de don Melchor Ortega, ex Gobernador de Guanajuato, amigo y coterráneo y el Club de Leones, haciendo una escala en el entonces importante centro ferroviario de Empalme Escobedo, donde se le rindió homenaje en la Casa Redonda, con cambios de guardia y silbatos de todas las máquinas. Desde el entronque de Palmillas, en medio de una lluvia pertinaz, cientos de personas a la orilla de la carretera hasta Comonfort, siguieron el cortejo, demostrando así el cariño y la admiración que le tenía todo el pueblo, que lo acompañó al día siguiente hasta su tumba.


Está enterrado en la primera sección del Panteón Municipal, junto a la tumba de su querida tía Virginia Mota Méndez, " a perpetuidad" para que descanse en el "bendito pueblo que lo vio nacer", como menciona Margarito Ledesma en sus Poesías, y que repetía con gran orgullo  "…y no crean que por este sucedido le agarre algo de tirria a Chamacuero; aquí me puso Dios; aquí he vivido y aunque a muchos les pese, aquí me muero".


Biografía del Dr. José de la Luz Mota Franco

Nació en Chamacuero, hoy Comonfort, Estado de Guanajuato. el 15 de mayo de 1895 en la casa ubicada en la calle Arista s/n del Barrio de San Agustín.

Sus padres fueron don Pedro Mota y doña Bonifacia Franco, oriundos también de la misma población. Quedó huérfano de madre a la edad de un año, haciéndose cargo de él su tía paterna doña Virginia Mota Méndez.

Realizó sus estudios de primaria con maestros y maestras particulares.

La enseñanza secundaria y preparatoria las cursó en el Seminario Conciliar de la ciudad de Morelia, Michoacán, ya que en esa época los estudios superiores se concentraban en los Seminarios Diocesanos.

Con su tía y junto con otro amigo, coterráneo y de su misma edad, Manuel Márquez Escobedo, se trasladaron a la ciudad de México, D.F. para cursar los estudios de Medicina en la Universidad Nacional de México.

El 19 de enero de 1918, fue nombrado Practicante adjunto Sargento de la Sección Médica número 57 Séptima Demarcación del Ayuntamiento Provisional de la ciudad de México: Gobierno del General Álvaro Obregón.

El 17 de diciembre de 1918, ya nombrado Capitán Primero, el General Jefe del Departamento de Guerra y Marina lo cita para dilucidar sus estudios de Medicina y preparar su examen.

El 2 de enero de 1919, la Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina le informa sobre su baja en el puesto de Socorros en el puesto de Militarización y su Alta en disponibilidad.

El 21 de febrero de 1919, la Secretaría de Guerra y Marina, le solicita su Hoja de Servicios para la formación del escalafón del Cuerpo Médico Militar.

El 24 de septiembre de 1919 la Secretaría de Guerra y Marina le otorga su Alta como Jefe de la Sección Sanitaria del 42° Batallón de Línea, en Acámbaro, Gto. Su nombramiento dice: En atención a las virtudes cívicas, aptitudes y demás méritos del ciudadano José de la Luz Mota".

El 17 de marzo de 1920, la Secretaría de Guerra y Marina, le ordena hacerse cargo de la Sección Sanitaria del 15° Regimiento en Acámbaro, Gto.

Se recibió de Médico Cirujano el día 15 de julio de 1921. Título Profesional del 23 de julio de 1921, firmado por el insigne Maestro don José Vasconcelos.

De 1921 a 1922 siguió prestando sus servicios en la Secretaría de Guerra y Marina, para después dedicarse a la práctica médica en la ciudad de México, D.F.

El 10 de febrero de 1923 contrae matrimonio con la señorita María Concepción Macías Sánchez, hija de don Francisco Macías y doña María Sánchez, en el templo parroquial de la ciudad de Comonfort, Gto. Dicho matrimonio procreó cinco hijas y tuvo como primer domicilio la Plaza Principal #5 y en seguida la calle de Pípila #11.

Presidente Municipal de Comonfort, Gto. de 1932 a 1934, su fotografía se encuentra en la Galería destinada para exponer a cada uno de los Alcaldes de esa ciudad, dentro del mismo edificio de la Presidencia.

En  1935, es nombrado Médico Interino de los Ferrocarriles Nacionales de México, para la importante plaza y centro ferrocarrilero Empalme Escobedo, Gto., y nombrado Médico Residente en 1942, donde permaneció en el puesto hasta su muerte. Cabe destacar su profesionalimso, esmerada atención y humanitarismo, brindada a cada uno de los empleados y funcionarios de los Ferrocarriles.

En 1949, ya como Presidente Fundador del Comité Municipal Cívico, envió al H. Ayuntamiento una iniciativa para honrar la memoria del General Ignacio Comonfort y solicitó, además, la restauración de su monumento que se encontraba destruido, el 24 de octubre de 1949 y obtuvo respuesta el 27 del mismo mes y año por parte del Congreso del Estado de Puebla, de donde era oriundo el General Comonfort, para llevar a cabo dicha restauración. El 15 de noviembre de 1950. El C. Secretario General de Gobierno del Edo. De Guanajuato, envió un oficio al Director General de Obras Públicas, para insistir en la reconstrucción del monumento al General Ignacio Comonfort, ya que dicho monumento es propiedad del Gobierno de Guanajuato, erigido en 1874 por el General y Gobernador don Florencio Antillón.

El 2 de junio de 1950, el Presidente y Vicepresidente del Comité Municipal de Acción Cívica, Dr. José de la Luz Mota y Dr. Antonio Muñoz M. enviaron un oficio al Lic. Luis Garrido, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, solicitándole un cuadro o busto del ilustre filósofo, educador y gloria del Colegio de San Idelfonso y de la Universidad, con motivo del homenaje que se le rendiría en el primer centenario de su muerte, el 14 de julio al coterráneo don José María Luis Mora. El 5 de julio de 1950 el Dr. Luis Garrido, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, envía un telegrama ofreciendo el retrato de don José María Luis Mora.

El 25 de octubre de 1950, remitió oficio al C. Teniente Coronel Manuel H. Hernández G. Presidente del Cuerpo de Defensores de la República en Palacio Nacional (hoy Estado Mayor Presidencial), enviándole un trabajo histórico sobre el sacrificio del General I. Comonfort, insistiendo, una vez más en la reconstrucción de su Monumento en los linderos del Municipio, donde se lleve a cabo anualmente el 13 de noviembre un homenaje luctuoso, aparte del que se le rinda en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en cuyo lugar se encuentra el insigne José María Luis Mora, cuyos restos fueron traídos de París, Francia, a iniciativa del Dr. José de la Luz Mota.


El 15 de noviembre de 1959, en oficio #7411 de la Secretaría General del Poder Ejecutivo de Guanajuato, se transcribe nota del Dr. José de la Luz Mota, al Ing. Alfonso Parás Chavero, Director General de Obras Públicas, informándole que dicha persona fue el primer promotor del homenaje a don José María Luis Mora, así como la iniciativa-solicitud a la Diputación Federal Guanajuatense, para trasladar sus restos y de grabar su nombre en el recinto de la Cámara de Diputados en México, D.F.

Murió a las 3 horas del día 24 de octubre de 1951 a la edad de 56 años, en el Hospital de la Cruz Roja Mexicana de la ciudad de México, y sus restos fueron trasladados a Comonfort, recibiendo varios homenajes luctuosos.



Espero, en posteriores ediciones de este espacio electrónico, complementar la información sobre el Doctor José de la Luz Mota, para la elaboración de este artículo localicé su fe de bautismo y su partida de nacimiento en el Registro Civil, ambos documentos mencionana el año de su nacimiento en 1993 en vez de 1995. No siendo relevantes estos datos, es conveniente la localización de estos documentos. Mucho más importante será si puedo localizar alguno de los escritos que el doctor Mota redactó sobre la historia de su pueblo y sus personajes, estos trabajos ya lo ubican como un auténtico cronista, antes de que a nadie se le ocurriera que tal título pudiera aplicarse a esta actividad.