En el 55 me metí a trabajar en los autobuses; aquí tenía yo un amigo que tenía autobús, me dijo: "Yo te veo que andas aquí y vienes y vas, ¿por qué no te vas a trabajar con Ángel? (Ángel Soria), le dije: "Sí, tengo ganas de entrar en los camiones". Me fui a trabajar con él, duré tres años, pero como en el 57 me casé, le dije al dueño del camión: "Oye, yo ya no voy a ir, porque mira: son quince días de andar arriba del camión trabajando y dos o tres días va uno a su casa, y no me agrada, mejor me voy a quedar".
Entonces en el 58, a finales, me llama el señor cura que estaba en ese tiempo, me dijo: "Oye Pedro, tu estuviste en León, ¿puedes ayudarme aquí en el colegio Héroes de Chapultepec?". Le contesté: "Pues… si usted gusta, no puedo más que lo que aprendí allá en León". "Si, ya sé que estudiaste cuatro años nada más. De todos modos, aquí vas a estar con el director que es Pepe Ortega" (el Pichirilo). Y ahí seguí con él todo el año del 59, pero en ese año entró el Seguro Social aquí en la región y como Pepe Ortega era abusadillo, no abusadillo, era muy inteligente, inmediatamente consiguió trabajo en la fábrica de Soria; lo pusieron a apuntar, a llevar la estadística de los pensionados que iban a salir de Soria.
Un día que ya se había acabado el ciclo escolar pasé yo por la calle Aldama, porque yo vivía allá en la Placita, lo vi, me preguntó: ¿Quieres trabajar en el seguro?" Se me abrieron los ojos. "¿Dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?". Me dijo: "Cálmate, yo te aviso, yo te tomo en primer lugar. A mí ya me metieron, me gusta aquí y yo ya no me salgo". Está bien. Ya todo el año siguiente, el año 60, me iba yo a México iba y venía. Yo venía con mi señora, veía a Pepe y le preguntaba cómo iba la cosa, me decía: "Ya alquilaron la casa, ahí va". Por fin el mes de agosto me dice: "Si quieres irte vete, te vienes unos quince días antes del fin de mes". Yo dije: "No, ya no me voy, porque tú traes cuatro o cinco muchachos que quieren entrar al seguro y, ahorita, ¿dónde los traes?". "Los traigo limpiando los pisos de la casa", me contestó. Le dije entonces: "Yo pienso esto: si me vas a pasar igual, junto con los muchachos, ¿qué van a decir?, que yo no los ayudé en nada". Me dio la razón y me quedé, me junté con los muchachos y me puse a ayudarles también y se llegó el 30 de agosto de 1960 y ese día no me tocó, porque el director que estaba generalizando era de Celaya; él iba a organizar Comonfort, San Miguel, Salvatierra, Escobedo, Cortazar, Soria, Apaseo. Primero ya habían inaugurado Celaya y ya de ahí fueron a Apaseo y fueron a Cortazar, a mí no me tocó porque el señor de Celaya traía su gente, entonces pusieron gente de él. Pero me dijo Ortega: "Mañana domingo va a trabajar el señor ese que pusieron de Cortazar. El lunes nos vemos aquí a las nueve". Nos fuimos los dos de aquí a Escobedo, porque él ya traía un cochecito del Seguro, y me dijo: "Ya va a salir aquel señor, termina su turno y se va a Cortazar a descansar". Y así fue, le dijo a Pepe: "Bueno, ya me voy, señor". "Sí ya vete, mañana a ver qué", le dijo Pepe y ya que se había ido me dijo a mí: "Te voy a acomodar primero, a ver qué pasa, con toda seguridad, a como dé lugar yo voy a hablar con los inmediatos". Al día siguiente de ese lunes nos fuimos a Escobedo y no llegó este señor, dieron las nueve, las diez, las once, las doce y me dijo Pepe: "Ya está seguro que vas a entrar tú, es seguro porque aquel no vino. Ahorita ya lo voy a reportar". Lo reportó y me dijo: "Quédate tú ya". Casi al final de ese día llegó aquel señor y Pepe le dijo: "Pues, ¿qué pasó contigo? Yo ya hice mi reporte ¿Por qué no viniste?" Y el otor explicó "Es que me dio mucho gusto porque entré en el Seguro Social, por eso me puse bien trole en Cortazar y no pude venir, me sentía muy mal, ¿y ahora qué?" "Pues vete a León, vete a ver al señor de Celaya" le dijo Pepe. Ya no supimos nada de él y ya me quedé yo.
Me eché veintisiete años. Primero en Escobedo, porque nos dijeron: "No van a trabajar en el Seguro todavía, van a trabajar en la Unión Médica". Hasta los tres años, el 16 de septiembre del 63, vinieron jefes del Seguro Social de México y nos dijeron: "Ahora sí ya van a trabajar ustedes en el Seguro Social y además les traemos un retroactivo". Y pues el retroactivo sí nos dio gusto, fue una carta que habíamos perseguido.
Duré tres años en Empalme Escobedo ya después seguí aquí, me tocó el cochecito que traía Pepe, llevaba yo a Pepe a Escobedo, a Soria, me dejaron trabajando en Escobedo y yo iba con la ambulancia a Soria, la llenaba yo de enfermos o niños y los llevaba a Escobedo porque en Escobedo estaba la clínica, me eché tres años en esa forma.
Aquí en Comonfort la clínica estaba en la esquina del Jardín, donde está deportes Prado, esa casa era de doña Isaura Franco. Ahí se hizo la primera clínica para el Seguro Social en Comonfort, ahí duramos como tres o cuatro años, después nos pasaron a la casa grande, que está ahora en ruinas, en la esquina de Juárez e Hidalgo, luego todavía me tocó en la otra que está allá enfrente del mercado, del lado del templo, donde está el restaurante ahora. En esos años, entre otras cosas que hacía, yo manejaba la ambulancia, me tocaba trasladar enfermos, lo más común eran las señoras que se iban a aliviar y sí, sí me tocó que iba yo y de rato nomás me decían: "Pues ya mejor regrésese don Pedro, ya nació mi criatura".