Poemas de Angélica Curiel Trejo
Biografía
Índice de poemas
Sobre esta página
Mi nombre es Angélica Curiel Trejo, nací en Texcoco el 2 de Febrero de 1956 y llegué a Celaya, Gto, cuando tenía 4 años.

El gusto por la literatura me viene desde entonces, en parte por la inagotable sed de Lectura de mi Madre, doña Luz, en parte por mi propia curiosidad y gusto por los libros.  De muy joven también me viene el gusto por escribir, por transmutar mis vivencias en poemas.  Desde el año 2002 asistí al taller literario del Maestro Herminio Martínez, poco después, y simultaneamente, al taller Tormenta en el Tintero. Mis trabajos han sido publicados en antologías del Seminario de Cultura Mexicana y del Sistema de Arte y Cultura de Celaya.

Me considero una sobreviviente de mí misma y del cáncer que en 2008 desacomodó muchas cosas y puso otras en su lugar.  
Insomnio en el espejo

Tu sombra tras la puerta

Incio de la eternidad

Silencia
Insomnio en el espejo

I
Sombra atávica de bosquejo infantil
mujer espacio separa la profecía
y el dolo con que llega esta metamorfosis
signo informe del lucero niebla
enséñame por dónde escapo para ver tu mundo
antes de disolvernos con la madrugada.

II
La luna se desgarra más allá de mis travesías
se abre el espejo y emerge la efigie y su acertijo eterno 
refracción plagio de luz y de fetiche
divide el tiempo sobre mi cuerpo.
 
III
El pecado original resbala por mis piernas
se convierte en río
sumerge mi cama
ahoga el caudal azul de mis pensamientos.
                                  
IV
Soy el llanto de la naturaleza   
niña rota mujer abierta
matriz  esperma.

V
Selva género
delirio y  engaño
especie maldecida
se ha prohibido el fruto del árbol desquebrajado 
no arrastres tus hojas secas en la congoja del aire
no abras la puerta vieja
el tornado espera para romper tus alas.

VI
La muerte estrella fugaz cometa
vigilia duelo
espejo convicto
letanías en exilio
tocan las puertas de los primogénitos.

VII
Evangelio apócrifo de mis pesadillas
huérfano de mis sueños
dogma libre
fiebre
extravío secuaz de mi demencia.





Biografía
Índice de poemas
Llanto contenido en espera de la lluvia
Bronce y harapos
Boreal
Poema para un cuento
Alegoría de una tarde
Duelo
Corazón Abrigo
Espurio
Mariposa en el tiempo
Una hora antes del amanecer
Luz
Voz nómada
Vagar en silencio
Narraciones de un murmullo
Evanescencia
Parábola sin moraleja
Sin ti
Latido de vida
Sueño en agonía
Puente perdido
Falacia
Tiempos
Propongo
Luz y neblina
Llovizna de mis ojos

Pecado orignial
Silencios
Soledad

Antes de que amanezca
Versos al viento
Pesadilla
Pasión asceta
Sexo sonámbulo
Visiones
¿Quién soy ahora?
Aparición
Andanzas
Atrapada por un recuerdo
Mis sueños
Agoniza un fantasma

Luisa María
Debería sentir amor
Un instante
Desierto
Ausencia
Pupilas viajeras
El trato lo hacemos sobre mi lecho
Lágrimas azules
Encuentro en reposo
VIII
Piel crónica de ancestral hereje
mil y una noches sin Sherezada
amante de luna negra
delirio tirano
alarde
embrujo
espina que penetra en mis entrañas.

IX
Vientre herido
relámpago en fuga
te llevaste de mi útero la última estrella.

X
Sima
universo
en tu infinito germina la Tierra
de mujeres con lunas nuevas.

XI
¿Hay códigos para la locura?
la pared
cae
como lava
sobre tu cuerpo.


XII
Mis piernas en blanco y negro
la luna sobre tus hombros
el espejo observándonos
manos alucinadas se extravían
tu olor al mío apareado
y en mi espalda tu hechizo.

XIII
Cae de tu boca el epílogo temprano
déjame al menos tu presentimiento
y en las raíces la humedad de tu olvido.






Tu sombra tras la puerta


Sin más equipaje que mis poemas,
no puedo decirte si me alejo
o si te acercas.
Vagabundos del espacio
con las alas desnudas
nuestra historia está lista para ver llover.

¿Podré compartirme contigo?
si cuando te diriges a mis noches
yo no sé si abrir o cerrar mis sueños.

Y me veo en el recuerdo
deambulando por rostros de muchos hombres,
tal vez ahora sea más fácil recuperar el tuyo.

lo que escribo deposítalo en el aire
y en las tardes cuando haya brisa
deja que se hagan imágenes,
que te bañen la piel
para que flotes lento, muy lento,
en el azul de mis sueños
y sus mares profundos.

En tus labios está mi sed,
la luna gotea versos malnacidos,
te voy a enviar trescientos sesenta y cinco silencios
a tu casa, a tu vida, a las siete de la noche.

El viento me traiciona…
tu aroma transparente me besa a la distancia.


Llanto contenido en espera de la lluvia


La humedad en mi techo dibuja un mapa gris,
llaga insomne, cicatriz latente,
sonrisa del silencio manchando la soledad.
Como un llanto contenido en espera de la lluvia,
sus venas laten en la superficie de los sueños.
Su piel se desgaja sobre el lomo de mi cama
y se hacen transparentes las alucinaciones.
Pulpos oscuros renacen con la tormenta,
hendiduras sonámbulas se abren erotizadas,
su piel resbaladiza se trasmina
con el sudor de las nubes y,
acabada por la fiebre,
se vacía sobre mi lecho.

Silencia


Tengo una cita
y a mi espíritu enfurecido
lo carcome la incertidumbre
por el tiempo acobardado que corre,
deja su olor cuando pasa
y no voltea a ver mi rostro.

Tengo una cita,
la ansiedad desprende de mis noches
las pesadillas  y  de sien a sien
asfixian mis sueños hasta desmayarlos.

Quisiera escribir tantas emociones
con ritmo, dentro de un verso,
pero son tan salvajes,
indomables al poema,
inherentes al poeta,
asonantes a este verso
que revienta la sintaxis.

De mi pecho se derrite la tinta oscura
de estas pobres palabras
sedientas de alguna espiritualidad
y se rompe mi universo
en un pedazo de carne emponzoñada.
Matera vil:
vuelve al lodo de la vieja leyenda
sin el soplo divino la tierra te reclama.
Inicio de la eternidad


Corto mis cabellos para que hagan nidos
pájaros friolentos de mi nocturnidad.
Pedazos de mi sombra se dispersan
en esta plaga de asfalto
donde no hay intimidad
para una lágrima indigente.

Lavo mi piel hasta desprender
las costras de la vanidad
enraizadas en mi cuerpo roto
escucho el sonido cuando se despeñan
sus pedazos al drenaje,
entre ratas e inmundicias,
ahogándose en el agua turbia
de nuestros desechos.

Esta noche,
con una sentencia frente a frente,
se estrella en el espejo mi osadía.
El silencio se fractura 
y como un aguijón se inocula en mi insomnio.

Los relámpagos no bajan,
cercenan las nubes negras
mientras su luz me nombra y se detiene la lluvia.

Mi boca amortajada por la sonrisa,
descansa en los ojos que siempre la esperan;
y mi cobardía corrompe el lado izquierdo de las palabras.

Arca pretérita sin una alianza,
paloma con cardos en la garganta,
mar en la búsqueda de algún barco encallado.

Las horas inician la eternidad
caminan sin prisa
muerden la luna
se van.

Bronce y harapos


Abanico arcoíris empuja el viento esperanza
trae lluvia que carcoma las manos sucias
de los anegados en el mar origen de marginación y espanto.

Niño de piel borrada las esquinas rotas de su primavera humo
hijos de la miseria comen fuego inhalan sueños
migrantes descalzos en su tierra llana
lazos truncados hacen de su orfandad cristales.

Flor de loto abierta sangra Magdalena 
Frida luna mural nocturno
inequidad cariz de insulto simulacro y  género
vientres húmedos umbrales rotos ecos de las multitudes.

Jóvenes sin color dan muerte a sus hermanos
Caín
Abel 
errata sin libro
excesos verbales
cayados en piedra
los hombres lluvia en surcos profundos
bañan el polvo de su maíz ansioso
adorno subreal sediento en pared de adobe y humareda.

Nación con artritis bruma cortina gasas
yunque hierro martillo golpe becerro dorado
secta moldura oropel diarreico avidez en los bolsillos
país de tumultos harapos dolor bronce y palabra
los Terceros tenemos derecho al paraíso.

Boreal


Trenzada en la cabellera lunar,
vertida sobre tu imagen
despierto transparente,
mi esencia arde en la cicatriz más venérea
de nuestros cuerpos.
Mi vórtice en el centro de los recuerdos
tus alas muertas sobre mi pecho
asfixian los tumultos de mi corazón.

Los ciclos de nuestra lejanía
el espíritu que te ama
a través del reflejo boreal de tu silencio
viento solar luz de tus colores
eres el camino más sinuoso para mi destierro.

I

Tres serpientes venenosas, frías
inoculan en mi brazo una paradoja,
circula por mis venas: arena estéril
fondo de mar sima de mis recuentos.

Perfume desfigurando mi piel
narcótico en la sábana mortuoria de tus caricias,
tu mirada se descuelga prohibida y obtusa
ahogándose en la lluvia vértigo de mis espaldas

Apaga la luz, acércate que tengo miedo
ven desnudo y con frío,
que esta mujer está de vuelta,
hoy no habrá Can ni Remero
ni Guadaña herrumbrosa
sólo tus ojos en los míos al final de los murmullos.                                                                                                                            

De mi seno una lágrima estela figura savia de tu madera
ámbar aleatorio vaivén de tus caderas.
Cresta en tu bosque lluvia de mis nubes.
Mi cuerpo espuma naufraga en tu mar ensortijado   
después del clímax,  grito arena, llanto de espejos,
marea anudada locura temprana sombra de nuestros cuerpos.
 

II

Mis muslos en tus bocetos
son alas de mariposa
entre colores orgásmicos
de tu acuarela silente.

Nuestra piel bruma está en el choque rayo
de las nubes bajas de vendaval vehemente
sábanas buques cristales empañados
de nuestro deseo profano y perturbado.  

Cuarto oscuro de hotel purpúreo
madrugada obscena desnudez redimida
es tiempo de exorcismos, humedad,  agua bendita,
tu cuerpo sobre el mío condenado en su infierno,  
de sexo barroco y angustiado delirio.


III

Atrás quedaron los sillones negros
la perdición del alma la pintura fresca 
el olvido vivo un momento muerto la vena abierta,
los días ventana cortina sol espejo sordo.
laberinto luna cama blanca nupcial.

Trenzada en la cabellera lunar,
vertida sobre tu imagen
despierto transparente,
mi esencia arde en la cicatriz más venérea
de nuestros cuerpos.
Mi vórtice en el centro de los recuerdos
tus alas muertas sobre mi pecho
asfixian los tumultos de mi corazón.

Los ciclos de nuestra lejanía
el espíritu que te ama
a través del reflejo boreal de tu silencio
viento solar luz de tus colores
eres el camino más sinuoso para mi destierro.

Poema para un cuento

                                     "… mientras camino otro rato por la vida, sonrío en lo profundo cuando algo me recuerda a Itzel. De cara a la rutina, en el sopor del tedio, seguro estoy que ambos añoramos los terribles días de la desesperanza."

David Carracedo


Duelo


Género en destierro espectro duelo y soliloquio 
umbral de este murmullo lamento de selva sol 
viento sollozo empujando mi sombra sangre 
al escondrijo bastardo de mi soledad. 

Mi cama deshabitada es vértigo de aurora
capullo serenado en tiempo de reloj y vientos
nunca surgirá furia de una ala de mariposa
mutismo húmedo hembra de hojarasca libre.

Delirio noche perdida de amor y desvío
las serpientes cambian de piel, olvidan
hojas en blanco de casta errante
ebriedad y resaca.                                                
La vejez duelo está en la esquina del techo araña
envuelve mi cuerpo tierra que se esparce y me seco
trinchera luna no amanezcas entre el arbusto espanto
camina silencio descalzo hacia mi voz penumbra
disimula la perpetuidad del miedo luz ámbar de mi tristeza. 


Espurio*

                                                               
Águila que cae vencida
por la espuria serpiente
de fauces hartas y pestíferas;
híbrido mezquino que gesta su historieta
sobre un pueblo abatido.

Ay, país de los espejos y las eternas cuentas
escucha en el subsuelo el motín de las piedras
cansadas de sostener Iglesias y catedrales.
Que se agiten los badajos
forjados con el bronce
de nuestra raza expropiada.

La Luz ilumina el ultraje que ahora alza los puños
Fuerza apagada de nuestro pueblo
cuando sueña en retumbar la tierra.





*Extinción de Luz y Fuerza por Decreto                                   
Presidencial, 10 de octubre del 2000.
46000 desempleados.

Te imagino irguiendo el pecho
tu cara esfinge
Sol, Luna y Estrella de la tarde
mientras las circasianas bailaban
en su lecho
de cristal agua.

Padre selva
semilla
tierra
agua 
Luz
María de tus noches fuiste más allá de las magnolias  
con el Padre Viejo y tus antepasados.
 
Existo por los besos capullos  de mi niñez.
Existo por el eclipse que me encarnó.
Existo porque te amo
más allá de la verdad.



Angélica 26 de enero del 2012.

Alegoría de una tarde


En los días sofocantes mi cuerpo, espuma de mar, marea y marejadas, se desliza como ánima sin pena por la pequeña casa.
Se siente bochorno como en muchas primaveras, las gotas de sudor se liberan de mí, se deslizan por mis pechos morenos, por mis piernas para volverse ríos y se precipitan al dulce caudal de este momento.

Sólo se siente calor, pero no cae ni una lágrima del cielo, las pocas matas de maíz languidecen ante la tiranía del sol.
Tres niños juegan en la nada, sus pies se abren igual que la tierra seca.
Un grito maternal parece el trueno tantas veces esperado.

El suelo liso y tibio de la casa está repleto de huellas sin retorno, la puerta de la entrada se ha cerrado por fin y me mira con su gris acero en este fragmento de remembranzas.
La puerta de mi cuarto está amarilla, estoy segura que en este otoño volverá  su blancura; la cama está destendida y  la calidez de mi cuerpo marca el viejo colchón tal como lo dejé ayer.

Es día quince, dos cervezas son el comienzo, reconociendo la sed de las gargantas que buscan el olvido.
La tarde cae en los bolsillos  y pesa más que el horizonte.

Una capa de polvo se niega a dejar lo que atesora: el librero y sus voces  nocturnas, la palabra que desconocí, la frase que no me olvidó, los soliloquios, las hojas sueltas, pálidas mariposas que giran a mi alrededor.
Naturaleza muerta, un sillón, cojines azules y el perro que busca en mis ojos  el toque que lo hace feliz, me siento en la silla del rincón, "Cirilo" ejecuta la danza de la felicidad.

La audacia se inhala, el tren cimbra los techos y roba las voces de la miseria… un lugar... dónde…vamos…y sus pisadas revuelven el tamo de la tierra sedienta.

En mi habitación el aliento se va con la brisa que limpia los caminos,  me lleva en su mortaja a la espiral donde exhumo los recuerdos.
Los fantasmas se desprenden del techo; caen como gasas, llenan la habitación . Entonces los oigo.
El ángel que nunca llegó a tiempo, los que se extraviaron en el espacio rompible de mi realidad. Y aquí estoy, en mi cubil de animal herido, de madre entrañable,  esposa aleatoria,  amante causal.
En el laberinto de mis ideologías empiezo a discernir: por qué esta ambivalencia que devasta mi corazón,  enmaraña mis sentidos y me vuelve atemporal.

Varias sombras astillan el abandono vertiéndose por una ventana desfallecida.

Me encamino hacia la puerta, me sofoca el calor, salgo a la sorpresa de la luz, tengo zapatos y en los labios carmín, me dirijo hacia un pedazo de mundo, esta vez no será ayer.  

-Chíngale güey, nos caen los dueños y nos carga la chingada, revienta ya ese candado, cabrón.
-chécate esos libros güey.
-¿Quién compra esas mamadas?
-Se los encasquetamos a un güey que compra en el tianguis de la noche, si no,  al Babo ese güey compra todo.
-Simón,  pélale.  Yo me llevo estas pinches cazuelas pa' mi chante. Hazte a la chingada,  pinche perro.
-Dale un putazo y vámonos antes de que nos cargue la pinche verga.

 

Mariposa en el tiempo

                                                               
Mariposa migrante, ¿por qué has abandonado el camino
de nuestras flores y nuestro tibio néctar?
Iniciaste el vuelo,
tu capullo encantado
ya seco se convirtió en viento por mis manos 
y mis ojos de ti quedaron ciegos. 
Cada vez que en nuestra oscuridad nos encontramos
tus ojos abrasan las palabras, 
tus preguntas son incendio
caen sus cenizas,
negra amalgama
como el vacío en mi memoria.
Qué tonto se oye el por qué de tus delirios 
con tu sarcasmo de animal vulnerado
polvo peregrino
llaga abierta por la lluvia de mi infierno.
Qué perdón cabe en mi boca
qué perdón desean tus oídos,
háblame mariposa migrante
que mi estancia en el bosque termina día tras día
no dejes que me marche con alas mal heridas
no dejes que desgarren tus alas los oprobios
¡porque no puedo morir con tantas muertes!


Luz

                                                               
                                                                                A Luz María
                                                                                Mi madre

I
En tus ojos brillaba la pasión
antigua palabra
devoción depositada
en los nudos sueltos de tus manos breves
oraciones multitudinarias
que despiertan en mi memoria
el dolor crónico de mi pecho rebelde.

Luz
conjuro
ritual del domingo,
María
claridad
alborada
amanecer amortajado
dejaste tu fulgor a media luna
son tantas las lágrimas
que anegan el silencio de mi voz
en la palidez de tus labios.

II
Luminaria encendida a mediados de abril
imagen estancada en mis pupilas
¿sabrías en tu delirio que era yo la desahuciada?

III
Después del cielo estás tú
arrecife de coral
la lluvia de tu mirada
tormenta que vaga por los océanos.

IV
Fuimos víctimas y verdugos del pan y las palabras
tus caricias aún palpitan en mi piel
la biblia está incompleta sin ti.
Más allá del edén:
tu claridad ilumina las tardes de las reminiscencias.

V
Qué incongruente esta lágrima
por el recuerdo insolente de nuestros discursos:
apóstatas
cristianos,
trillados
proféticos
de pobres humillados y arcángeles caídos.

VI
He tratado de concluir el crucigrama
que no alcanzaste a resolver
acoso de juego y letras
¿dónde comienza lo que no terminaste?

VII
Aura sin tiempo,
brisa y ayer
qué grande es tu ausencia y qué pequeño es mi mar.



Voz nómada

I
Mi voz es la marea
de una playa virgen
donde las caracolas atrapan
un viento náufrago y hambriento.

II
Mi voz les habla a los que duermen
y se va caminando sobre su sombra.

III
Mi voz es rumor de alas nocturnas
ocaso que cae al otro lado del mundo
faro ciego en la neblina
fondo oscuro de un mar avieso
donde suelen disolverse las estatuas de sal.

IV
Mi voz es el pecado que vive en mi vientre
cubil del deseo
mariposa ebria
volando entre flores mezquinas
ahora ya marchitas.

V
Mi voz es epidemia de las palabras
parásito mortal en los oídos
ruido de los otoños y sus follajes
monólogo errante de sus tragedias.

VI
Mi voz es el adiós de todos los días
aferrado aliento a tu destino
confidencia maltrecha
del sonido vagabundo en busca de los vientos.

VII
Soy el murmullo del verso olvidado
que sueñas todas las noches.                               

Una hora antes del amanecer


Ausencia, cuchillada de aurora
sol impertinente, soplo violento
garra azul que te arranca de mis ojos
ebriedad, resaca, falacia del abandono.

Mi boca es desierto.
Hundida en la arena blanca
soy estatua de sal.

Noctámbulos excesos y desvaríos
arrastran cadenas vagos suicidas
van adonde dejan caer sus necedades.
Tú has inventado todo
en Tercera persona pasarás por mi sombra
sarcasmo mentira suciedad de tu esencia
vacío de anoche y antenoche.
¿Alguien tendrá mi frío en su memoria?
Seguiré recordando los Pronombres
Tú eres Él y todos Nosotros en contingencia
Yo el primero y el más solo.

Narraciones de un murmullo


Metáfora del viento llevándose mi cara
cascada en mi garganta
manantial donde mi oído bebe.

Cenizas de palabras humareda entre mis muros
susurros de historias que despiertan juramentos
son ánimas en busca de quién pueda escucharlas.

Letanías en ebriedad con música incrustada
se alejan de la tierra y dan muerte a una estrella.




Vagar en silencio


Luz desvelada memoria estridente
noche que llega por la puerta trasera
mis pasos tintes de nubes bajas
vaho de heridos en mis reminiscencias.

Serpientes de agua vagan por mis montañas
contagiadas de rabia desquebrajan mi mente
y bajan ríos en la piel de los reptiles.
Piel seducida no te quedes sin labios
estoy segura que mi rostro es distinto
mi cuerpo es el oscuro mapa hacia un nuevo mundo.

Mis pies sangran sin horizonte
Dios presencia de todo y de nada
camino sin voz por sus espinas.

Bosques niebla macho cabrío fauno y mito
no salgas al miedo sin tu fantasía
laberinto crepúsculo alas de cera
los vientos se encrespan y abren sus Furias.

Sendas marcadas con pies misericordiosos
estelas de lluvia
vela sin luz ni horizonte
vulgar
agotada
termino en el silencio.



Evanescencia


I

Que siga en mi memoria la crinolina que planchabas a diario con  el carbón de tus recuerdos. La luna de primavera, la calidez de tu cuarto,  el color de tus cabellos. Espérame en tu habitación, se me hizo tarde otra vez con los vecinos, no me dejes sin chocolate, traje una concha para mi nata.
Mi llanto se está secando al sol de aquel estío, cada vez más lejano, siguiendo las golondrinas que pintaban tus tardes. No arrancaré tus flores si regresas a mi mente, intacta del tiempo. Estoy perdiendo una a una las noches furtivas, cuando me cubrías con la cobija tejida por tus manos y las estrellas fugaces se detenían para darte sus hilos de oro.
Qué triste el murmullo de tus gritos impacientes cuando escapaba a la escuela sin tu licuado, me siento confusa, no estoy en tu cama ¿qué silencio me acechará después de tu partida?


II

Te extraño, te extraño con el egoísmo de no haber pronunciado los besos silenciados que tu mejilla esperó siempre. Mañana sí te llevo a dar la vuelta, estás helada, el sol no suele acariciarte.
Se han despeñado todas mis palabras, flotan en el limbo del destiempo. Ángel que caíste por equivocación, tus alas se rompieron, tus ojos sin quimeras quedaron en la oscuridad. Ahora paseas en mi memoria, que cada vez más débil, no te quiere abandonar, son muchos los besos guardados para ti.


III

El mechón rebelde que no doblegaste con tu cepillo,  aún sigue intacto sobre mi cara. No hice la tarea porque perseguí a los pichones pero me quedaron hermosos los pasteles de lodo; tu enojo aún vuela con las palomas. No puedo dormir, quiero ver tele, acostarme a tu lado aunque llegue mi padre tan cansado como para correrme en las noches de fantasmas, cubriéndome con su muralla impenetrable y tibia. No quiero olvidar aquel príncipe convertido en una serpiente verde, que en las noches amaba a una princesa como él maldecida. Trenzaste mi cabello hasta que llegaron las lluvias de veranos cada vez más distantes, mi cabello creció hasta el horizonte, donde espero verte todos los días.


IV

Hoy estás en un espejismo, luchando por los derechos de las mujeres, combatiente y activa, humedeciste las letras con lágrimas de la verdad que poseías: un Ave María luchando sin la fuerza del crucificado. Tu cara siempre fue de niña buena, tus palabras eran las herejías de la mujer que suele hablar de lo que piensa. Hoy no quiero soñarte, ven a mi lado y no me abandones. Mi soledad está repleta de tu ausencia.


V

Aunque caiga el rocío no se vayan, los recuerdos húmedos pesan más en las madrugadas y se evaporan al medio día. Si no, tendré que esperar al sol para que me devuelva por lo menos sus sombras

Parábola sin moraleja


Son los sueños, de trastornada memoria
historias que germinan en místico follaje
en la cima de una madrugada
en un goce o delirio incorpóreo
pesadez de la remembranza
que se yergue en vestimenta
de soles nublados y harapientos.

El significado enorme
de las fatigas bajo el espanto cotidiano
de rostros surgidos en un arroyo a la deriva
continuo temor de ojos que ya no caben en sus cuencas
con vocerío fulminante
se ahogan en su miseria
pegándose como un lastre a mi historia.

Palabras sin pergamino
acorraladas por la insignificancia
saltan de mis oídos al precipicio de la nada.

Súplicas, sones impertérritos
desmayados en mis manos
corren a la locura de sus propias creaciones
proclaman hazañas de sus propios verdugos.

Crónica despeñada idea abstracta de un mítico azul
escenario de tantos versos
abrumados por el cosmos de la inmoralidad.

Sin ti*


En la antesala de un sueño se desvela un cigarro
gotas de sangre se adhieren al cenicero                                                                                     
la herida, ansiedad donde busca nido la luna
cuando pierde el cielo,
la ausencia con olor a muerte vaticina tu fatal regreso
retorno cansado de fechas con nombre sin rostro
tus pedazos caen de lepra sin tocar el piso
soliloquio con techo deteniendo una lágrima
eres la visión en el fondo del precipicio.
Sin ti mi sufrimiento no tendrá tu motivo
sólo la oscuridad que devana el mío
no tejerán trampas mis pensamientos
ni caerán arañas sobre mi cama
tampoco vagaré por tus silencios.
Sin ti mi vida no tendrá tu incertidumbre
ni me ahogará el mar encrespado de tus latidos
ni descenderé al infierno de tus desafíos.






*lugar común, tan común como un hombre común.


Falacia

Manos de viento en la arena marcada por el tiempo,
soledad lastimada en el piso ardoroso
donde ciertas huellas bordan las dunas errantes,
los deseos proscritos:
espejismo lúbrico bajo mi piel.

Mi cuerpo viaja en un cometa de oscuridad y lascivia
al tártaro donde gimen y aúllan 
humanos anclados a cuerpos ingenuos
mortales que acarician sus sexos,
presos rompiendo el vacío de sus esperas.

En el misterio de la inconsciencia vital
el ocaso alinea formas para la voluptuosidad,
transita el asombro terrenal de las estrellas
y se me caen las ansias al universo de sus confines
lejos de la evocación en que descansan las ironías.

Dormida bajo mi sombra,
incorpórea me desprendo
hacia la concupiscencia
en un lecho embustero
desnuda
perversa
ramera y obscena
oigo la voz de la muerte subir por los peldaños

Corazón Abrigo                                


                                 "Enseñar la explotación de la tierra, no la del hombre"
                                                                   Chapingo. 2 de Febrero de 1942
                                                                                                                        
                                                                                                                           A mi padre



Piel surco de nuestra tierra
raza estirpe del orgullo innato
en tu sangre llevas el códice de los ancestros
el Azul Cielo de tu fortaleza
el Rojo Sangre de la Nación que no llora a sus muertos
blanco abrigo manos puras corazón moreno.

Caricias eternas en mi piel de agua
Bobok entonando en ella su clamor de lluvia
que llena de nosotros
recorrió campos de maíz y trigo
y plantó un capullo en el beso de cada noche. 

Te quiero en tus motivos
me cobijo en tus errores
los cauces de tu cara me llevan a la infancia, 
al cielo encendido
al horizonte lejano
ese que ahora quema mi ventana
y derrite las imágenes adentro de mis ojos. 

Vagón sin rumbo, cascada blanca de caricias viejas
pueril encanto del aire atrapado entre tus manos
y los paisajes que viajaban en las ventanillas
¿dónde olvidaron el estruendo 
los del río que hablan a gritos?

Danza del venado
ritual de tu madera
en tus canas perdura la naturaleza.



Manchas y puntos, color sobre papel,  David M Carracedo
Cinco Mariposas , Tinta sobre papel, José A Carracedo  
Azul Mariposa, acrílico sobre papel, José A Carracedo  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Puente perdido


Llegué al hospital a las nueve de la mañana; era la una de la tarde y yo apenas salía de la consulta.
"Nada grave, es una sencilla operación…" dijeron tres jóvenes doctores, mientras en mi mente ya se vislumbraba: una herida en el bajo vientre, sencilla, mmmh. He andado entre muchos médicos como para no saber la parte que les faltaba decir: las letras chicas del escrito donde se liberan de toda responsabilidad, donde los pacientes asumimos los riesgos y comprendemos el dolor al que estamos expuestos en las cirugías. Firmé.
Salí a la deslumbrante ciudad donde los rostros son imprecisos, donde los fantasmas recrean su invisibilidad. En la puerta del nosocomio un policía con chaleco antibalas y rifle en mano, se asomaba a las credenciales que los visitantes le mostraban, mientras su compañero revisaba mochilas, bolsas y pantalones, tratando de descubrir una cara culpable para ejercer la autoridad que su porte despedía.
Avancé con paso seguro, iba de salida, mis pies eran mudos; mis ojos curiosos jamás encontraron la mirada de tan atareados agentes.
Una caseta blanca que con letras negras decía INFORMACIÓN  resguardaba con su sombra a un cadete: medias blancas, botas negras, pelo casi nulo; alzaba el rostro frente al sol como desafiando el viento con la mirada de un súper héroe dispuesto a la acción.
-Disculpe, ¿podría decirme dónde tomo el camión a Copilco? -pregunté con timidez.
-Claro -y bajó su mirada para encontrar a la personita que acudía a consultar el vasto conocimiento de su territorio -suba por ese puente peatonal que la lleva a un cruce de calles, dé vuelta a la derecha, va a pasar por una tienda,  vaya por enfrente…
Dejé de escuchar la explicación para encontrarme con un pequeño bigote que apenas asomaba sobre su labio, sus dientes eran tan blancos como morena su piel, su nariz aguileña abría un poco las aletas cuando tomaba aire para seguir con su conferencia.
-Gracias -contesté.
Con paso firme llegué al primer puente, encontré el cruce y ¡no supe qué calle tomar!,  ahí se acababa para mí la información que con tanta seriedad me dio el niño-policía en su caseta de poder. Miré a mi alrededor, vi un puesto de revistas con sus portadas deslumbrantes: explosivas noticias sobre los escándalos de la farándula, del muerto desconocido en el Ajusco, del  descabezado en el Desierto de los Leones; entre tanta reseña aparecía, como en una pequeña ventana, el rostro de un hombrecillo con sonrisa desdentada, al que dirigí la pregunta sobre el puente faltante en mi memoria.
-A la vuelta en la calleee…-todo se detuvo en la boca donde los pocos dientes que tenía colgaban como campanas, produciendo un silbido metálico entre su enorme lengua y su mejor sonrisa.
Tenía el rostro ajado de muchos soles, cuarteada la piel como el campo abandonado, donde arrastra nubes de polvo un viento cenizo y cruel.  Con sus palabras sumándose al aliento de la ciudad terminó su verborrea.
-Sí le han dissho, ¿verdaaá? -insistió.
Volví al suelo de enormes planchas de cemento resquebrajado y dolido que me sostenía.
-Mmmh, sí, sí, el policía del hospital… ¡pero no le entendí! -dije mientras al sonido de mi voz lo secuestraba el tráfico eterno de la avenida.
-Esh que le faltó deshirleee… -Mi mirada se detuvo en el chasqueteo de su lengua: sonaba como un látigo para las palabras que despedía entre los huecos de su dentadura, como un chasquido seco salían con el eco de un pueblo que se ha quedado sin boca, sólo con ojos para los tabloides que incitan al morbo y esconden la impunidad.
-Gracias -le respondí con una sonrisa, di la vuelta y me alejé, pero a mis oídos los alcanzó con la brisa el zizeo de una boca marchita:
-¡Esh que los polish no shaben deshirle a una mujer que eshtá re shula!

Sueño en agonía


Llegaste oculto en un viento enfermo
con la angustia de un huracán
levantaste mi cuerpo con el oleaje de tus caderas
nuestros besos llenaron una lágrima irisada
desgajados nos perdimos en la llovizna. 

La aurora disociada entre la soledad y una farsa
siguió nuestro rastro hasta las incoherencias
después luchamos por unir lo roto
pero ya éramos uno
vi a través de tus ojos tanta oscuridad
que me extravié
sentiste la locura de lobo en luna llena
y devoraste la agonía de un sueño falaz.

Sentenciada por los cristales del amanecer
que se astillan en mi lecho
como el suave aleteo de la muerte
en el recinto de los moribundos
florecerá un recuerdo borroso
en los escombros del día
y  en el espanto adormecido de un infierno sin Dante.
Propongo


Propongo que seas fantasma
que aparezcas vestido con luz de luna
desnudo de sospechas
y me seduzcas sin extraviarte
en la oscuridad de mis recuerdos

Propongo que embistas el tiempo
me des forma con tu esencia
y coincidamos con los puntos cardinales
en el mítico lugar de tus pensamientos

Sobre los límites de la intemperie
vivamos la magia de tu llegada
la entrada al recinto
en el que habitan nuestros frenesíes

Propongo que amanezcas en mi lóbrego encierro
construido con el silencio de nuestros miedos
que alivies mi cuerpo frío
con el calor etéreo de tus sensaciones
y así liberes al vértigo
                                 de su caída
al espanto 
               de su condena
al oprobio
               de su vergüenza

Propongo que seas fantasma
para que siempre rondes
en los sueños que nunca duermen
y en los relatos siniestros
de las historias que construyen los desvelados.


Tiempos


Suelen hablarme los años abatidos
por el murmullo gris de sus inviernos
duermen sus heridas en mi encalladero
   
Cuando la vesania aprisiona mi pensamiento
los recuerdos se fracturan a fuerza de invocarlos
segundos amontonándose en la arena
descienden sin mar a la sima que los engulle

Sórdidas batallas entre el pasado y el presente
defienden con rabia sus últimas anarquías

Un eco de luz se filtra por los escombros humanos
y la voz de la carne sangra sobre los aires

Mi libertad proscrita con su ímpetu viejo
flota contra los vientos
arrastrada y confundida

Las letras son instantes irguiéndose ante mis ojos
se desvanecen con el desenfreno de la inicuidad
sempiterna labor de la ironía
donde no se siente más que el temor hacia el mañana  

Al final sobrevive la mórbida pregunta
                                          qué locura es esta

Latido de vida


Éxtasis nocturno húmeda insinuación;
irrumpe su calor con insidiosa languidez.
Es la mariposa de vuelo tan alto
que deja sus alas en el extravío
y su besos henchidos por el desamor.
  
Caricia que empaña el cristal de mi cuerpo,
mundanal arrebato adherido a mi vientre,
deseo escondido bajo mi espalda
que acecha en los rincones de mi orfandad.

Escollo donde un navío desampara mi sombra
entraña insolente eres un lecho sombrío para mis fantasías.

Una pálida imagen guía sus pasos al cementerio,
ataviada con la tenue mortaja que me guarece.

Luz y niebla


Hombre y hombro son espectros        
con sus anonimatos cosidos al talón adverso
del que suelen arrostrar todas sus ausencias

Mujer
templete que ha subyugado siempre
con figura sensual y sonrisa muda
hoy tiene la voz dibujada
en los labios amorosos
donde laten las palabras

Por el asfalto fragmentado
en el vaho de la mañana ignota
somos luz y niebla

Ciegos de rostros pasamos de lado
no podemos aun reconocernos

En calles heridas con la semilla de la paranoia
la gente se deshoja en el pavimento
purgatorio donde las almas aún suelen embelesarse

Somos planetas con parábola carente de significado
vagamos en busca de un eclipse
somos mundos en que los paisajes están llenos de esquinas
y el olvido tiene el dolor del universo
Pecado orignal


Es la hora del destierro, el sol busca el horizonte y su luz desmaya con la dolencia de la oscuridad.  El insomnio de la vida amedrenta mis rincones más vulnerables, donde las pesadillas se enajenan de mi tristeza.
Cada noche, una maldición debilita mis recuerdos y condena al delirio en el patíbulo donde queman los sortilegios.
La vida en su atolladero lanza un conjuro, me cuenta la historia del barro sucio que un soplo divino lanzó contra la tierra; leyenda perversa donde mi cuerpo origina el pecado de ese polvo aborrecible. Soy el fruto prohibido del Edén de mis temores, donde  un Adán me espía desde su cubil mistificado.
Lágrimas caen sobre mi almohada hasta humedecer la melancolía, lápida aleatoria de mi desnudez matinal. Con la piel temblando de intemperie me llaman las travesías que han sangrado mis pasos.

Silencios

1
En la anarquía tirana de mi pensamiento,
donde la tarde asoleada se corroe
cae la brizna oculta en mi nombre antiguo
tan lleno de otoños para los cuerpos-hojas
                                                                de sus torbellinos.
2
Desde la noche vienen los acertijos
preguntas que tienen el color de tus ojos
y cuando llego a la mañana el dolor humedece
las respuestas del silencio-alborada
                                                       desde mi llanto.
3
¿Qué es el silencio si no la afonía de mi locura?
¿Dónde están los preguntas que ayer asolaban mi reflejo?
¿Cuándo llegarán los recuerdos de mi primer disimulo?
¿Llegaré a la noche que hoy me espera
                                                          sutil y peligrosa?
4
Tus manos retienen la tibieza del sol
en el invierno de mi cosecha
mi voz se oculta en tu voz para que sepas de mi dulzura
y yo duerma con el oído
                                    repleto de tus palabras.
5
Mis raíces han sido humedecidas
tendida espero la tierra sobre mi vestido
el versículo temprano para mi entierro
y el desafuero de una alborada
                                               inescrutable y cautelosa.

Soledad


Hay mañanas que se cristalizan en los muros y aspiro la soledad que enzarza esta poesía de placer y pesadumbre, filigrana del viento cuando se cruza con mis pensamientos; huye por las noches hecha fantasma entre lamentos de ebrios y recorre los parajes misteriosos de las madrugadas.
Trasnochada entra por una llaga de mi puerta, aspira mi silencio, bebe del último de mis suspiros.
Mis memorias son ligaduras de secretos. Agrietan mi piel encontrando el lugar donde las horas mueren.
Soledad que cristalizas mis muros, duerme en mi lecho esta noche de olvido.


Versos al viento

                                                               
1
Hay que poblar el camino
que conduce hacia la muerte
para que no me sorprenda
cuando su guadaña toque mi pecho.

2
Esta es la página más solitaria,
donde no puedo escribir,
donde no he podido llorar
el holocausto de mis horizontes.

3
Transita el viento depositando
el polvo de los tiempos,
los años desgarran el frenesí
con que pasa un instante embrujado.

4
Voy con la mirada a cuestas
necesito un lugar para depositarla
y que sepa la latitud de mis secretos.

5
¿Podré fusionarme contigo?,
me pregunto
mientras un clavo se oxida en la pared,
con el marco donde se partió tu rostro.

6
¿A qué distancia se encuentra la gente que conocí?,
gotea la luna los versos
de mis venas envenenadas.


7
Entre el ocre de los atardeceres
escucha el cantar de las sirenas
cuando bailen mis versos en tu cortijo
se humedecerá el matiz de tu mirada

8
Ayer reconocí tu brisa
el susurro de tu presencia
tus manos recordando
la palabra escondida.

9
Mientras llenas la distancia
donde quedó mi último cautiverio
se desprende el polvo de mis recuerdos
y un verso obstinado yace en el fondo de mi memoria.

10
Necesito despertar esta mañana
mis sueños están llenos de historias y gentíos
y la necesidad de mí no necesita tumultos.
Desembarca en mis áridos centros
(epidemia sordina de alguna fiebre)
una serena pasión asceta.

Quema su navío sobre mi espalda
arde la piel
se calcina el olvido.

Sus caricias monógamas
inician un cortejo solitario
lento, insondable,
nocturno y sin escudos.

Me sumerjo en el fondo de mi propia imagen
y la flor despierta a su perfume grácil
en un coito exiliado, en un placer clandestino.

El aliento se fragmenta,
una borrasca congela el vacío cotidiano,
un gemido comprime mi pecho,
la sangre se cristaliza
                               su color lúbrico libera su cauce.

Mi vientre se paraliza en un orgasmo
sin esperma, misántropo y sin cara;
rendición incondicional de mi cuerpo
a esta ausencia que no me pertenece.

Pasión asceta

                                                               
                                                                            
Desembarca en mis áridos centros
(epidemia sordina de alguna fiebre)
una serena pasión asceta.

Quema su navío sobre mi espalda
arde la piel
se calcina el olvido.

Sus caricias monógamas
inician un cortejo solitario
lento, insondable,
nocturno y sin escudos.

Me sumerjo en el fondo de mi propia imagen
y la flor despierta a su perfume grácil
en un coito exiliado, en un placer clandestino.

El aliento se fragmenta,
una borrasca congela el vacío cotidiano,
un gemido comprime mi pecho,
la sangre se cristaliza
                               su color lúbrico libera su cauce.

Mi vientre se paraliza en un orgasmo
sin esperma, misántropo y sin cara;
rendición incondicional de mi cuerpo
a esta ausencia que no me pertenece.


Sexo Sonámbulo

Amor de una noche
promiscuo y baladí
embarcado en un condón
navega por mis océanos
y sus marejadas.

Sexo sonámbulo
desnudo
ebrio
selva de noche
¿es tu voz la que me lleva
al fondo de esta marisma?

Besos frenéticos
de cerveza y nicotina
espejos castigando imágenes
sombras convexas y sedientas
no se si es ayer
hoy
mañana
no importa
la memoria ha sido contagiada de un olvido venéreo.


Visiones


La fragua del destino evocador preña imágenes que, hace mucho, pretendí ocultar. Cerraduras de desatino ¿por qué abren sus candados en cofres hundidos de naufragios sin tiempos y sin tempestades?
Jugarreta vil prepara el oscuro hado, pretende divertirse con la incertidumbre que el temor aviva en mi fuga malograda, en los entes que velan mis ojos mediante pesadillas, visiones o ilusiones del mago tirano.
Una piel desconocida, el aliento de una boca advenediza, calor extraño que trastoca mi miedo, mi ser inhala el olor de una brisa en otro cuerpo, cuerpo que torpemente palpa el mío, desnudez plañidera expuesta sin pudores a la destemplanza del tiempo.


Qué hago ahora con esta visión de vida
con las notas perdidas en una hoja amarillenta
con el extraño que mi piel habita
con el velo que envuelve la perturbación de este sino.


¿Quién soy ahora?


Desprendí las esperas del reloj,
permanece la noche,
la ciudad sueña.
El aleteo de una mariposa negra
rocía de polvillo mi casa.
Despiértame, luz indecisa de mi ventana.

Seco los llantos, humedezco las entregas;
quise que mi cuerpo reposara con el tuyo
juntos, hasta confundirnos con mi lecho,
pero el tiempo dijo: ¡Basta!

¿Quién soy ahora?
¿Una piedra
unas flores
el sol
la noche
el viento
mi corazón
polvo
mundo?
¿El mundo?.



Aparición


Desde abismos indescifrables
una sombra se hizo evidente,
con un soplo paulatino y triste
di libertad a los sentimientos.

En una cárcel hecha de mil fábulas,
quedaron en el silencio las malgastadas palabras
entre coloquios y soliloquios.

Mis labios recorren las lejanías
de una piel ensombrecida
por la claridad selene.

Desbordándome con la savia de tu corteza
sentí tu inmanencia en ese mágico sopor,
sentí mi nostalgia de amar presente.

Murmuraste una promesa
y desapareciste,
surgió el espectro de invierno
que aún flota en mi vacío.

Debajo de  mi almohada han quedado suspiros
para que puedan tocarte los labios
si un día cualquiera
se le ocurre regresar al tiempo.



Andanzas


Las nubes mitigan la caída de esta tarde,
sombras custodiadas por el ambiente
se incrustan en mi cuerpo.
Con semblanza selenita me paseo
por los jardines ignorados
de un pensamiento expuesto a la fantasía.
Me recargo en el hombro galante
de un espectro con alma de árbol.
Camino por una calle recortada
del diario matutino,
mis pasos conectan la tierra con el infinito
en el subsuelo encuentro un espejo con mi figura.
Las utopías tejidas en la textura de la noche
caen sobre mi pecho.
Persiguiendo el aire
tropiezo con la madrugada…


Atrapada por un recuerdo


Todo aquí es oscuro,
reposo en la humedad de la tierra,
la soledad abanica el frío que me abraza
y comparte  mi piel;
el espacio es reducido
el miedo cubre mi desnudez.
Hay llantos ocultos en mis oídos,
suspiros atorados entre mis cabellos,
voces que murmuran,
palabras que aniquilan el silencio.
He sido atrapada por un recuerdo,
he cavado mi fosa
con el recuento de la amargura,
construí mi féretro
con tablas de ausencia,
corté flores que sembraron los sueños,
he rezado el rosario que sentenció un delirio,
lloré por mi vida con las lágrimas de una penitencia.
Fabriqué mi sepulcro
labré mi lápida.
He sido atrapada por un recuerdo,
cuando lo reclame el tiempo
me iré con él…

Mis sueños


Mis sueños han sido humedecidos
por el rito de una magia voluptuosa.
Tus  manos se descarrilan por mi piel,
la moldean a su capricho
y le dibujan el secreto de las mareas.
Dejas marcados mis senos con claves
que sólo tu tacto puede descifrar.
El torbellino desatado en el fondo de tus ojos
rastrea la veta que reclama ser descubierta.
Trazas texturas en mis muslos
con el sonido de tus afanes.
Guías al enhiesto errabundo
que penetra entre mis cobijos
la sima que contiene atmósferas de eclipse.
Mi espalda se arquea herida
por el conjuro de tu instante.
Trazándola con sus labios
tu cuerpo adhiere su sombra a mi cuerpo
arrancándole al tiempo el miedo de transcurrir…
…dejas abiertas mis ventanas al horizonte
y, desorientado por el ocaso rebelde,
intenta alojarse entre mis madrugadas.


Agoniza un fantasma

Veo agonizar un fantasma.
Se va con el vuelo de una cortina
encaprichada en la brisa.
Desmayó con mi tacto
y ahogado en mis afanes
se fue envenenando con la vitalidad de mi cuerpo.
Agoniza un fantasma.
Mis brazos no pueden sostenerlo más,
se desliza entre mis dedos,
se fuga por mis poros,
sangra por mis heridas.
Tantas noches fui su territorio
que abrió mi voz con sus labios.
Me volví depósito de su erotismo,
el blanco de sus razones
y la causa que vació su transparencia.
Agoniza el fantasma
que poseía impúdico esta imaginación.
Se mostraba displicente
con lo escarpado de mis noches
y lo vaporoso de mi estar.
Después cayó malherido en mi manto
por las culpas que quiso depositar en mi lecho.
Dejó sus cadenas liadas a mis tobillos.


Antes de que amanezca

1
¿Desde cuándo siento el vacío eterno de un cementerio? ¿Dónde vagan mis sombras por las grutas de mis inquietudes?
Hay magia esta noche, la lluvia cae sobre mi rostro y desnuda mi cuerpo.
Oigo tu voz regresando a su nido en el centro de mi memoria.
Tu aliento encuentra mi piel sólo entre sueños; llamas desde el lamento de la distancia. Desterrado mi corazón de tu camino, desearía tomarte de la mano y que aprendieras a volar conmigo, levarte al lugar donde guardaron silencio mis ilusiones, quisiera abordar el marrón de tu mirada y consumirme en la luminaria de tu boca.
Antes de que amanezca,  pretendo tu tibieza en mis cabellos,  pretendo mis manos matizadas con tus reminiscencias al recostarme en un pálido sepulcro,  hacer con tu nombre las letras doradas de mi epitafio.


2
Quisiera perderme en un abismo,
encallar en las profundidades nocturnas
y empezar a morir…
El crepúsculo se alimenta con la sangre de lo cotidiano
la luna pintó el cielo
con el tono lúgubre de un testamento.
Por la insensibilidad de esta penumbra
he deseado huir de mí misma,
no comprendo la ignominia que devora
este corazón torturado.
La luna se aleja paso a paso,
El calor me hunde,
me siento perdida en la estrecha vereda
que me ahoga con sus visiones
y agobia el deseo de hallar lo que no existe.
Siento la abstracción en el ambiente
ante el ataque de mis ideas.
Quisiera perderme en el precipicio
donde acostumbra resbalar mi alma
y olvidar que esta noche es oscura
porque quiero morir, antes de que amanezca…


Monarca Luna, Tinta sobre papel, Angélica Curiel Trejo
Libación, acuarela sobre papel, David Manuel Carracedo  
Dinghy, acuarela sobre papel, David Manuel Carracedo  
6
Estuve una vez en tu morada
vestías de tarde en mi horizonte
tomé por las manos la lividez de tu rostro
besé tu tormenta;  me retiré a la mía
no supe si te amaba
                              no hubo palabras…
7
Tengo la inquietud por lo cotidiano,
nadie me habló de lo largo de las calles,
lo estrecho de las casas
                                    y lo descomedido de su silencio.
8
Hoy volé hasta el peldaño
donde siempre ha quedado mi huella,
anclada de los tobillos
con el dolor del silencio
                                   y el púrpura de la incompetencia. 
9
Respiré la imagen de tu retina
lloré con ella tu desventura
me alejé hasta la pendiente de tu abismo
en caída libre
                    sentí las alas del infinito.
10
Me envenenó la cicuta de tu aliento
desmayó el frágil deseo
y de mis manos cayeron las líneas calcinadas
                                                                  que te nombraban.


6
¿A qué distancia se encuentra la gente que conocí?,
gotea la luna los versos
de mis venas envenenadas.


7
Entre el ocre de los atardeceres
escucha el cantar de las sirenas
cuando bailen mis versos en tu cortijo
se humedecerá el matiz de tu mirada

8
Ayer reconocí tu brisa
el susurro de tu presencia
tus manos recordando
la palabra escondida.

9
Mientras llenas la distancia
donde quedó mi último cautiverio
se desprende el polvo de mis recuerdos
y un verso obstinado yace en el fondo de mi memoria.

10
Necesito despertar esta mañana
mis sueños están llenos de historias y gentíos
y la necesidad de mí no necesita tumultos.

 
 
 
 
 
 
 
 
Debería sentir amor

                                                               
Debería sentir el amor ceñido a mis sueños
no la confusión que me maltrata
con la sutileza de sus delirios
encerrándome en la mazmorra de la inseguridad.
Me atrapa en su cárcel el desamparo,
mi piel destila un frío oscuro,
en el desasosiego que da amargura a mi temprana vida.
Con cadenas de miedo forcejea
el delicado palpitar de mi vientre virgen,
que se apodera de un secreto
y hace resbalar mis lágrimas.
Estoy presa con el rencor
en la promiscuidad del repudio
agasajándonos con la inmundicia  
dejada por un pervertidor de anhelos
que acicala su masculinidad
en el sórdido placer de pisotear
la preñez que desmaya ante el desvarío.
Quisiera enmarañar el tiempo
que toca la herida y lacera mi alma,
detener esta angustia que palpo en mis entrañas.
Quisiera detener el pensamiento
que enluta mis ideas a diario,
que estremece la gestación,
caricia desolada, indulgente, paria.
Estoy confinada para siempre,
condenada a inmolar la ilusión
que arrastró la indiferencia
de un corazón malnacido.
Debería sentir amor
y solo siento miedo,
tristeza y resentimiento.

Luisa María



Mi amiga Luisa María es una mujer muy guapa: alta, esbelta (pero no esquelética), morena clara, rostro simétrico, bello, a donde va llama la atención a hombres y mujeres, su largo cabello castaño siempre cae hirsuto en una melena que la hace aún más atractiva. Es divorciada, tiene poco de esto, pero ya entabló una relación con un hombre mayor, formal, instruido, con un buen empleo en una aerolínea en Estados Unidos, y desde allá viene a verla, le compró un coche y procura que nada le falte, en fin, parece haber encontrado a su príncipe azul, por lo que me extrañó que un día me llamara, con un tono alterado, para platicar conmigo. Acudí a su casa.
-Amiga, necesito hablar con alguien, estoy desesperada- así   comenzó su relato.
-Me enojé con Jaime, nos gritamos horrible, me dijo cosas que me hirieron mucho, entre otras, me dijo que era una puta, que sólo había andado conmigo porque que no había otra expectativa, pero que en realidad se vilipendiaba de mí, que le regresara todo lo que me había obsequiado.  Yo le repliqué: te voy a regresar todo, de eso no te preocupes, eres un anodino, mezquino, pensé que eras una persona capaz de entenderme, que estábamos en la misma sintonía, yo sentí que la aglomeración de sentimientos ufanos era recíproco y que no eran los trillados argumentos de dos almas que se encuentran para desmantelar sus vidas y para poder asimilar lo que deviene, que en este caso fuiste tú, mi amor por ti sí fue verídico, sin mácula y ahora estoy subvertida por lo que dices y la manera mordaz en que utilizas lo que yo conllevé contigo, la analogía de nuestras esencias fue el hospedaje de mis pensamientos que proliferaron hacia ti, de una manera tal que yo no pude contener el desasosiego de éstos y ahora me dices que no experimentaste nada, en fin , ahora tratas de invisibilizar lo que yo fui para ti, en el trama y urdimbre de tu vida diaria yo fui un oasis, eso no lo puedes negar, tu furia no es problema mío, son tus demonios que no has logrado superar y ahora quieres usufructuarme como depositaria de ellos, pero, ¿qué crees? no estoy dispuesta a ser tu tapete, llévate tus objetos que mi desafecto por lo material es auténtico, pues esas cosas se van como vinieron, te amo, pero tengo dignidad.
Y yo que le creí cuando dijo amarme porque me gustaban las cosas simples de la vida -terminó de decir  mi amiga mientras una lágrima recorría su hermoso rostro.

Un instante

                                                               
Tengo extraviado un instante
fugado en una razón;
como un fingido argumento
camina silente hacia la oscuridad.
Me deja acompañada del exilio
donde todos mis conceptos se entrelazan.
La realidad vierte sobre el asombro
el fango de la incongruencia.
Carcomida por el sol de la incerteza
desato la verborrea de una ventana.
Como un techo malherido,
la insolencia escondida en el color de mis ojos,
anuda y desgaja mis labios desiertos.
Abruman mi mente las palabrerías
que viajan hacia mi voz;
se pierden en el espacio desolado
de unos sordos oídos.
Enciendo la luz de las significaciones.
Apago el escondite de mis urgencias.
Invento remolinos que marean la pesadumbre.
Recorro las palabras al incendiar los motivos.
El instante extraviado regresa…
con la mirada perdida.



Desierto

                                                               
                                                                              
Solamente desierto me rodea,
la arena calcina mis huellas,
mi destino vive en el horizonte
cerca de mis propios espejismos.
Poco a poco desfallezco,
renace mi espíritu
para encaminar mis pasos.
Llega la noche,
refresca mis pies,
la oscuridad es tan triste
como lejanas las estrellas.
Me siento muy pequeña,
perdida en la inmensidad.

Llega un nuevo día,
la arena calcina mis huellas
y se bebe la humedad de mis lágrimas.  

Ausencia


Tu mirada es la caricia que envuelve la noche
tus ojos plenos de silencios recibían a los míos
Me duele la soledad de tus palabras
en estas alboradas me despierta tu imagen

Las pródigas caricias aún siguen nocturnas
laten los besos en mi piel por tu ausencia
mil lágrimas llovieron el día de tu partida
los soles escondieron su luz en esa tarde
Los recuerdos reviven en noches de tormentas
hoy se nubla mi cielo ya llega la ventisca

Quisiera tu aroma y tu silencio en mis soledades
y el eco de mi amor en tus precipicios
Mis ojos murmuran llenos de tus  miradas

Esta melancolía te necesita
Por qué la trama de tus cabellos
aún se siente en mis manos
Por qué tu muerte sobre mis heridas 
sigue sangrando con tu partida


Llovizna de mis ojos



La calidez de la noche inquieta mi cuerpo
humedece mi piel
y la tiñe de luna
mi mente agitada no encuentra paz

La puerta se queja
el sonido de mis pasos mancha su luminiscencia

Tengo la fiebre que embelesa el tiempo
la locura extraviada en sus alucinaciones
y las estrellas seduciendo mi precipicio

Llovizna de mis ojos
delirio de mi vejez
qué alto está el cielo
y qué escondida la razón

Sobre el lecho dejé los desvaríos
se oscurecieron la ventanas desveladas
mientras constelaciones enteras
se despeñaban sobre mis últimos sueños.


Pupilas viajeras


Después de esta luna te veré a los ojos
hipnotizaré tu alma
subyugaré tus deseos
mi zona agreste espera la inundación
tras decapitar las hojas de un tronco estéril
vuelve tu mirada a mis pupilas
regrésame el calor del fuego que me ocultas
en tu lecho sagrado donde nace el delirio
luego miente
di que la plata de mis brillos está en la luna
espera la sentencia de este corazón mal logrado
y vuelve a mentir para destrozarlo
después sopla con el viento
llévate el polvo de mis palabras
abre entonces tus pupilas viajeras
y mírame con la dulzura del ignorante.



El trato lo hacemos sobre mi lecho


Leí en una fábula tu rostro
desvarié con el sonido de tus ojos
mi piel tomó la forma de tu boca
                                     me hiciste mendigar por tus instantes
Armé la poesía de nuestras tardes
me abrí paso por tu espalda
bajé lento por tu cuello
                                     me hiciste adicta a tu aroma estremecido
Desfiguré el pasado con tu andar
confié mi tiempo a tu instante
esperé en la lasitud de tu llegada
                                      me convertí en objeto de tu incuria
Te amé desde los años competentes
adoré la lujuria que se esconde en tu cuerpo
nos hablamos desnudos en el mismo silencio
pero fuiste un desertor vencido
                                       por la batalla feroz de mis tristezas
Derriba tus muralla de temores
y discutamos eso de las prioridades
asumiré mis congojas
                                        te quedarás las euforias
El trato lo hacemos sobre mi lecho
Me conformaré con oírte llamarme
                                         acaso una vez cada tres días
Tendrás un amor resignado
                                         con la espontaneidad desahuciada
Ahórrate la explicación
                                          ya tengo los resultados
tú pones los puntos sobre las íes
                                          yo los espacios entre las palabras






Lágrimas azules


En un manojo de tardes
se humedecen tus ojos distantes,
aparece la luna y te pierdo en sus penumbras
oigo tu suspiro entre los rincones
siento tus mares inundándolo todo
qué angustias te desnudan
qué desolaciones te desparecen
Tu mano temblorosa va esculpiendo rostros
hasta que le sangran sus demonios
Dame
         pues
               tu mirada
que no habré de convertirme en piedra
sólo devolveré la sal a tus lágrimas azules
convirtamos este momento en la fusión de los crepúsculos
asumamos que venimos de un mismo punto
tal vez muramos con la lluvia de mi tormenta
tal vez vivamos con la brisa de tus tristezas

Encuentro en reposo

Ebria de motivos
sedienta de distancia
se desmayan los matices
ante un encuentro en reposo

Tu espacio embalsamado
mis manos ya sin cómplice
tu nombre en mi garganta
me ahoga en una orfandad silente

Sin preguntas
con tedio
sin culpa
ni disculpa
tu vacío y yo
tomados de la mano
en un abrazo de evasivas

Regreso a esta soledad ramera
de senos flácidos y vientre estéril
pesadilla atroz de mis pupilas
que mueren y renacen
cuando por fin lloran tu imagen



Mar cristal, acuarela sobre papel, David Manuel Carracedo  
Pesadilla

                                                               
En mi casa el ocre es el color de los fantasmas
la luz gotea desnuda hasta despedazarlos,
el viento suave de manos que acarician
desprende el polvo que descansa en los recuerdos.

Dónde quedó el día más cercano a esa tormenta
dónde quedó la sombra de su triste pecado.

Ahora que llenas la oscuridad de la distancia,
en la comisura de mi boca está impregnado un adiós.

En la ruta de mis años
las alas se desprenden
vuelo tras vuelo,
tras vuelo,
hacia la libertad.

Ideas borrosas
entre canciones
aletean a destiempo
prendidas a mis brazos;
mariposas grises
que le dan iridiscencia
a mi laxo subconsciente.

Pesadilla, versión y laberintos de un insomnio
juegos de la mente, letargo,
abismo en que caigo con las alas muertas
paradoja en los signos que inventa
                                                mi sufrimiento.


 
Sobre esta página


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Ramilletes, repu jado en piel, Yolic Nicté Carracedo González  
Piel de Mariposa, repu jado en piel, Yolic Nicté Carracedo González  
Silencio elocuente

Silencio elocuente

                                                               
Por mis venas rotas
la tristeza me desangra,
y en cada gota se escapa
un anhelo que no logró nacer.
La luna mutiló su rostro.
La soledad desgarra su pecho.
La amargura consume una evocación.
A mi corazón lo devora
la bestialidad de un olvido.
Pedí que me velara la noche;
me abandoné a su silencio elocuente.
Cegué mis ojos a la remembranza
y olvidé que el mundo existe.