Pero cuando ya todo está listo y acondicionado, se colocan en el piso, y en acomodo radial, las fibras planas que conformaran la urdimbre, en este caso seis: cinco cortas y una larga que conformará el asa. Esto nos da un total de doce "costillas" y por entre ellos se irá colocando la otra fibra, la trama. Pero nada, salvo la presión del pie del tejedor, mantiene las piezas en su sitio y a la distancia correcta. Esto es crucial durante las primeras vueltas del tejido, me imagino a alguien inexperto como yo, tratando de mantener las fibras mientras se van entretejiendo con las otras fibras más delgadas. Quizás pasaran muchas horas antes de obtener un resultado apenas aceptable.
Pero el señor Lantén no demoró horas, apenas unos segundos para que la estructura se mantuviera rígida y pudiera seguir entretejiendo el asiento (la base) de la incipiente canasta. Entonces colocó dos fibras y las fue tejiendo simultáneamente, la interior pasaba por arriba y la exterior por abajo, diestramente, como si las fibras se fueran acomodando solas.
Nos aclaró, incluso, que lo normal era hacerlo con tres fibras simultáneamente, pero por motivos meramente didácticos, lo hacía con dos. Antes de que yo terminara de maravillarme por el hermoso proceso creativo que estaba presenciando, quedó terminado el asiento de la canasta, entonces el sr. J. Trinidad hizo una leve incisión en las "costillas" y las dobló hacia arriba, a partir de ahí no demoró mucho en tejer las "paredes" de la canasta a la altura deseada, esta vez con dos fibras simultáneamente.
Alcanzada la altura dobló los restos de las costillas y, tras adelgazarlas un poco, las insertó en el tejido de las paredes, salvo, por supuesto, las que van a formar el asa, ambas las unió entre sí y con un tercer listón, luego procedió a sujetarlas con una fibra plana mucho más delgada, misma que utilizó para "ribetear" es decir para dar un acabado más liso a la canasta, envolviendo los bordes con esta fibra.