Chamacuero, Gto.
(También llamado Comonfort, Gto.)
PIEDRA LABRADA, (PIEDRA DE MOCAJETE)

    Aunque en nuestro municipio se fabrican y comercializan una gran variedad de artesanías, la que nos identifica a nivel nacional es la talla de piedra volcánica para molcajetes. Hay otras poblaciones donde esta artesanía tiene también un auge y cierto renombre, para saber cuáles favor de consultar otras fuentes porque aquí nada más hablamos de Comonfort.
    El arte de elaborar un buen molcajete no se limita al aspecto estético, la forma y el diseño deben permitir que se puedan macerar los ingredientes que en él se depositen, por lo mismo, la selección de la piedra intervendrá en el resultado final, los maestros labradores de nuestra región saben seleccionar las piedras de las que puede salir un artefacto no sólo bien formado sino con la textura apropiada para la molienda. La piedra "de molcajete" es dura y densa, tiene además una textura porosa, idónea par que los chiles, los jitomates, la cebolla y demás invitados a la salsa se homogenicen en la medida exacta y superen -según lo afirma al 99.99% de los mexicanos- con mucho a cualquier sabor que pueda obtenerse con aburridos e insulsos aparatos mecánicos.



BRONCE


Hace unos treinta y cinco años, el señor Antonio Hernández Lindero estableció la primera fundidora artesanal de Comonfort. Labor nada simple que ameritaba un conocimiento sólido sobre este arte. El oficio se fue extendiendo por el pueblo a partir del primigenio taller de don Antonio Hernández (Claro, no faltará quién me diga que aprendió de otras fuentes y otros maestros y tal vez así sea).





CESTERÍA DE CARRIZO   

En las riberas del río Laja prolifera una especie de caña silvestre que llamamos carrizo,  la presencia de esta planta es constante a lo largo del año, por lo que obtener la materia prima para realizar objetos de carrizo es una labor que puede realizarse en cualquier temporada. Sin embargo, la caña no puede almacenarse indefinidamente, de hecho, como nos explicó don Evodio Rodríguez, el carrizo debe cortarse verde y manufacturarse casi de inmediato antes de que pierda su flexibilidad, por lo mismo suele trabajarse en un ambiente húmedo y oscuro, ya que el calor deshidrata las fibras vegetales. Con este material se fabrican una enorme variedad de objetos, principalmente recipientes de todas las formas, todos los tamaños  y para todos los usos que podamos imaginar, y  al decirlo le estoy conminando a que recurra a estos objetos antes que a artefactos de plástico, tenga en cuenta que además de ser más duraderos, hermosos y tradicionales son absolutamente ecológicos y se reintegrarán al medio ambiente con facilidad.
Don Calixto Granados

En el cerro de Los Remedios hay una cierta abundancia de esta piedra, por ello, desde hace varias centurias, se extrae de manera lenta pero constante, por esta misma razón, la falda surponiente del cerro es lugar de asiento para varios talleres de fabricación de molcajetes.   
Hace unos meses tuve el gusto de platicar con don Calixto Granados, un hombre de 82 años quien, en la medida que su salud y su cansancio se lo permiten, continúa produciendo molcajetes. Por lo mismo conoce todo lo que deba conocerse sobre este trabajo. Aprendió desde muy niño enseñado por su padre a quien, a su vez, su abuelo le enseñó cuando era niño.
La materia prima se extrae con la ayuda de barras y barretas, a veces se detona pólvora y el consenso de los artesanos es que cada día cuesta más trabajo localizar las vetas apropiadas. Hace un par de años las minas tradicionalmente explotadas fueron cerradas por estar en terrenos de la zona arqueológica de los remedios, en estos momentos la piedra de molcajete se extrae de otra porción del cerro de los Remedios.

Aunque muchas personas adquieren estos utensilios con fines meramente ornamentales, ello no implica que se fabriquen molcajetes "de utilería", todos tienen la forma y las propiedades necesarias para la molienda. El artesano  no pueden saber si su producto será empleado en la cocina o servirá sólo como adorno.
Para la fabricación se utiliza una herramienta llamada picadera, una especie de martillo puntiagudo con mango de membrillo. La picadera se acompaña de la "máquina" que es muy similar pero de extremos anchos y planos. Don Calixto aventura a decirnos que se le llama "máquina" porque es una invención mucho más reciente que la picadera (es de los tiempos modernos). La fabricación de máquinas y picaderas es, en sí misma, otra artesanía de lo más interesante. Partiendo de fraguas artesanales, el "forjador" pone el metal al rojo y lo moldea a sus necesidades, luego lo templa sumergiéndolo en agua, cuántas veces, con qué intensidad y en qué momento son secretos que por más que don Luis el "forjador" me explicó no pude acabar de entender. También saben distinguir los colores del hierro, cuándo está listo y cuando no está "templado". Las picaderas y máquinas se desgastan luego de un tiempo trabajando y es necesario regresarlas a la fragua para que vuelvan a funcionar.



Con este par de herramientas, infinita paciencia y ancestral sabiduría, el artesano se sienta en el suelo y golpe a golpe va dando forma a la pieza, con los pies  la sostiene, la acomoda y la gira. Después de dos días de trabajo, el molcajete de veinte centímetros de diámetro está listo, con todo y su tejolote (por si alguien no lo sabe, así se llama la piedra con que se muele). Aunque don Calixyo invierte dos días en la fabricación, tenemos noticia de que algunos artesanos más jóvenes, pueden llevarse menos tiempo.


Veinte centímetros es el tamaño apropiado para un uso doméstico, pero bien puede ser que se requieran artefactos mayores para un uso comercial en un restaurante, por ejemplo, por ello se hacen también de treinta y cuarenta centímetros y cuyo precio y el trabajo de hacerlos se incrementa exponencialmente. A raíz de las exposiciones artesanales  que dieron inicio en los años setentas, se fabrican molcajetes de diseños elaborados, con adornos o formas de animales, así como trabajos ornamentales con otras formas y usos. Estos concursos se siguen realizando y, más que detenernos a pensar si ayudan en algo a esta actividad, vale la pena destacar la enorme creatividad y destreza que exhiben los artesanos participantes.
Los metates ya casi no se producen, el maíz ahora se muele en molinos mecanizados que operan con energía eléctrica. Y que bueno que así sea. Aun cuando la tortilla pierda más su sabor mientras más mecánicamente se elabore. El sabor de ningún alimento  debe ser motivo para que nadie realice una labor tan agotadora y menos de manera rutinaria. Pero si pese a todos mis argumentos hay quien quiera hacerse de un buen metate, tenga por seguro que encontrará bastantes de excelente calidad.

El barrio de la rinconada está situado geográfica y laboralmente en el centro de esta actividad y tiene tal aprecio por sus artesanos, que sus habitantes decidieron recubrir las paredes de su templo con fragmentos de piedra de molcajete, tan bien colocados que el efecto decorativo y el sentido de pertenencia se logran a cabalidad.

En esta zona de la ciudad se escucha cotidianamente el acompasado martilleo de "la máquina" sobre la piedra, golpe tras golpe en un  ritmo lento y meditado. Un día cualquiera cuando usted disfrute una salsita con el sabor y la "textura" que sólo se consigue en un buen molcajete, no deje de considerar que fue la sabiduría ancestral de un hombre como don Calixto Granados u otro sabio cualquiera, el que contribuyó en muy buena medida a semejante conjunción que halaga, prácticamente a todos nuestros sentidos.  Agradecemos a todos los artesanos del molcajete, auténticos artístas por su amplia colaboración para la elaboración de este texto y al Sr. Luis por las explicaciones de su trabajo en la fragua de picaderas.

Don Evodio Rodríguez es uno de los más hábiles y reconocidos artífices de la cestería de carrizo, lo cuál es mucho decir dado que en su comunidad (Orduña de abajo) muchas personas se dedican a esta actividad. Pero sus manos cada vez tejen menos carrizo y no es que hayan perdido facultades, simplemente gana un salario más digno dedicándose a otras labores. Porque a pesar del enorme valor cultural, estético y utilitario de nuestras artesanías, tienen el injusto castigo de ser poco valoradas y pésimamente retribuidas. En la actualidad hay poca demanda para estos objetos, siendo lo más fabricado las canastas para comercializar fresas.  Algunos artesanos alcanzan a tejer una canasta de este tipo en una media hora.  Como es de suponerse, las cestas se tejen del fondo hacia arriba, el fondo se estructura con varias fibras anchas y planas acomodadas de manera radial, figurando un sol de largos rayos. Cuando se logra el diámetro programado, los rayos se doblan hacia arriba y el artesano continúa su magia, entramando sus manos, sus fibras, su pensamiento, hasta que, casi sin percatarse, acaba por crear un objeto, que no por ser menospreciado y bastante mal pagado, deja de ser útil y bello.




Insisto, ojalá que la próxima vez que usted necesite un recipiente, digamos un tortillero, un chiquihuite, una canasta, un cesto para la ropa, una envoltura fina para un obsequio, sepa darse el gusto de recurrir a una de las artes más antiguas que se practican en nuestro municipio.





Hoy existen una docena de talleres, de cuyos crisoles nacen un sinnúmero de objetos de uso ornamental: toros, águilas, ranas, caballos, búhos, lagartijas, elefantes, leones, aves estilizadas; figuras religiosas, don Quijote, Sancho Panza; campanas -por supuesto campanas- de todos los tamaños y todos los tonos; candeleros, ceniceros, etc. La tecnología empleada sigue patrones con reminiscencias medievales:
El objeto que va a ser reproducido se presiona, "se imprime" sobre tierra, esta adquiere la forma del objeto en proceso, con tal fidelidad y consistencia que permite que se le vierta el metal fundido,  dependiendo de la complejidad del modelo, el molde se estructura en un par de cajas o en una sola, cuando el metal se enfría la tierra es desbaratada y reutilizada infinidad de veces.

El horno donde se funde el material tiene un quemador relativamente simple cuya flama incrementa su poder mucho más por la inyección de aire que por el combustible mismo, éste puede ser diesel, aceite u otro.

Aunque platicado parece muy sencillo, el proceso tiene varios puntos de cuidado que de no seguirse pueden echar a perder el trabajo; la temperatura a que se calienta el material, el momento del vertido y el momento del desmolde deben ser precisos, a riesgo de que las piezas queden dañadas. Además de la importancia para la buena manufactura que tiene la manipulación de los crisoles, esta actividad, como es de suponerse, implica un enorme riesgo de accidentes.   Pero el vaciado es sólo la mitad del trabajo, los objetos deben desbastarse, quitarle las rebabas del molde, pulirse o recibir un tratamiento de acabado, que le dará a la pieza un aspecto brillante, mate, verdoso, "oxidado", etc.


Aunque el punto de partida para estas fundiciones artísticas es el bronce, hace unos años los artesanos comenzaron a fabricar objetos de pewter.  El pewter es una aleación de cobre, antimonio y otros materiales. Pero en realidad, aunque se les conoce como artesanías de pewter son fabricados en aluminio, lo cual, en términos prácticos tiene más ventajas que desventajas.  No necesariamente es mejor un objeto en bronce que en aluminio o viceversa, como se trata de objetos ornamentales, el uso de uno o de otro lo determina la apariencia que se quiera obtener.
Dependiendo del medio ambiente, un objeto de bronce adquirirá un aspecto muy particular,  a veces parecerá más antiguo de lo que realmente es, pero quizá es un reflejo de que hace cinco mil años el ser humano está trabajando este material.  Agradecemos a los hermanos José y Erasmo Flores su gran ayuda, buena disposición y amabilidad para la elaboración de este texto.



Don Evodio Rodríguez

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Tejidos de fibras vegetales (Carrizo)
No obstante que ya habíamos hablado en este espacio sobre las artesanías de fibras vegetales tejidas, siempre consideré que a información que había conseguido en 2012 era breve, sobre todo en los detalles del proceso constructivo.

Así que cuando una mañana, entre los puestos de artesanías que suelen colocarse cada fin de mes en el andador 5 de febrero, vi a la distancia a una persona tejiendo una canasta de carrizo, decidí que podía sugerirle que nos platicara sobre los detalles de este proceso y, de no ser una complicación, nos permitiera grabar la manufactura de alguna canasta.

Al día siguiente no estaba nadie tejiendo pero, luego de platicar con la encargada del puesto, conocí al señor Nicolás Lantén quien, lamentablemente se encuentra con problemas de salud y la actividad que yo sugería podría implicar algún riesgo más que innecesario. Sin embargo, el señor Nicolás amablemente me puso en contacto con su hermano, el señor J. Trinidad Lantén que nos dio cita para el día siguiente.

Como es de suponerse, el señor Lantén vive en Orduña de abajo, como muchos otros diestros tejedores de canastas (y otros productos) y su casa colinda con la ribera del Río Laja, como muchas otras casas en esta comunidad. 
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Algo de lo que diremos puede parecer demasiado evidente, pero al publicar esta información no podemos tener la certeza de que todos los lectores conocen esta actividad, perdón por lo evidente para quienes sí estén familiarizados.

La especie vegetal con que se elaboran estas artesanías se conoce como carrizo y está tan extendida por el mundo entero que tiene otros cuatro nombres vulgares pero su nombre científico es arundo donax, se considera una especie invasora. Quien haya querido erradicarla sabrá que es un poco difícil dada su tenacidad y rapidez para volver a surgir.

No obstante ello, y que las riberas del Río Laja, como muchas otras riberas parecen abundantes a extremo de este material, puede reducirse o incrementarse su presencia, según las lluvias de cada temporada y los niveles del Río mismo.

Decíamos que la casa del Sr. Lantén colinda con la ribera, esto provoca una amplia zona en donde crece naturalmente esta especie, no hay necesidad de sembrarla ni de regarla, pero ello no implica que no se le cuide, ni que se le corte sistemáticamente. 

Nos explicó el señor J. Trinidad Lantén:

"El primer paso es saber qué queremos fabricar, a partir de ahí se seleccionan y cortan los materiales, tratando de obtener el material óptimo para cada parte de la pieza a fabricar"

¿Y cómo se obtienen fibras lisas a partir de cañas cilíndricas? 

Antes que eso hay que decir que una canastita de 20 cm. y 6 de profundidad fue el objeto que el sr Lantén selecciono para ilustrarnos sobre su fabricación. Y antes de proceder a obtener las fibras hay que obtener la medida de las "costillas" de la canasta, es decir las fibras que, de manera radial constituyen la urdimbre del tejido, se corta un carrizo con esa medida, para no estar midiendo ocho o diez veces más, (ocho o diez veces multiplicado por el número de canastas que se quieran fabricar).

Casi todo el trabajo de corte se hace con un solo cuchillo, cuyo filo también es el justo y necesario para el proceso, aunque para ciertas partes también se utiliza un cuchillo más pequeño.
Previamente cada carrizo se "pela" de las hojas que crecen en sus tallos y lo envuelven como una segunda corteza, a este proceso le llaman "deshojar".

Una vez cortadas se parten a la mitad, es decir se obtienen dos medias cañas y estas medias cañas se golpean con una piedra sobre otra piedra, ambas tienen una cara bastante plana y la segunda está empotrada en la tierra.  Ambas piedras están ahí presentes desde hace generaciones.  Con la cantidad de fuerza y golpes suficientes, las medias cañas se convierten en listones. A esta acción la conocen como "machucar". 
Si golpearlas con la piedra amerita una habilidad que se obtiene con la práctica el paso siguiente es todavía más sorprendente, pues con el cuchillo se hace un corte a lo largo de la fibra hasta dejarlo del espesor necesario. Apoyando la fibra contra la cara interna del codo y deslizándola contra el cuchillo.  Esta probablemente, pero es solo suposición, es la parte más delicada del proceso, la que amerita más conocimiento previo, mismo que solamente se adquiere con los años de práctica. Con este trabajo el espesor de la fibra original se reduce a menos de la mitad.

El mismo proceso se realiza para las fibras que conformaran la trama, pero se parte de carrizos de un diámetro menor, sin embargo, el punto al que se debe reducir su espesor es también específico para la función que realizan pues se van colocando de manera circular entre las otras fibras.

Saber cuántas fibras, y de qué tamaño, se requieren para la urdimbre es mucho más fácil que saber cuántos metros de fibras se requieren para la trama, pero de la mano de su experiencia, el Sr. Lantén no necesito medir nada para saber cuántos tramos, de todo lo largo de cada carrizo, necesitaba.

Preparar el material es, como ya dijimos, difícil y amerita mucha experiencia adicionalmente, nos comentó don J. Trinidad, el carrizo es un material "agresivo", es fácil espinarse con los tallos seccionados o con los restos de las hojas mismas.
Pero cuando ya todo está listo y acondicionado, se colocan en el piso, y en acomodo radial, las fibras planas que conformaran la urdimbre, en este caso seis: cinco cortas y una larga que conformará el asa.  Esto nos da un total de doce "costillas" y por entre ellos se irá colocando la otra fibra, la trama. Pero nada, salvo la presión del pie del tejedor, mantiene las piezas en su sitio y a la distancia correcta. Esto es crucial durante las primeras vueltas del tejido, me imagino a alguien inexperto como yo, tratando de mantener las fibras mientras se van entretejiendo con las otras fibras más delgadas.  Quizás pasaran muchas horas antes de obtener un resultado apenas aceptable.

Pero el señor Lantén no demoró horas, apenas unos segundos para que la estructura se mantuviera rígida y pudiera seguir entretejiendo el asiento (la base) de la incipiente canasta. Entonces colocó dos fibras y las fue tejiendo simultáneamente, la interior pasaba por arriba y la exterior por abajo, diestramente, como si las fibras se fueran acomodando solas.

Nos aclaró, incluso, que lo normal era hacerlo con tres fibras simultáneamente, pero por motivos meramente didácticos, lo hacía con dos. Antes de que yo terminara de maravillarme por el hermoso proceso creativo que estaba presenciando, quedó terminado el asiento de la canasta, entonces el sr. J. Trinidad hizo una leve incisión en las "costillas" y las dobló hacia arriba, a partir de ahí no demoró mucho en tejer las "paredes" de la canasta a la altura deseada, esta vez con dos fibras simultáneamente.

Alcanzada la altura dobló los restos de las costillas y, tras adelgazarlas un poco, las insertó en el tejido de las paredes, salvo, por supuesto, las que van a formar el asa, ambas las unió entre sí y con un tercer listón, luego procedió a sujetarlas con una fibra plana mucho más delgada, misma que utilizó para "ribetear" es decir para dar un acabado más liso a la canasta, envolviendo los bordes con esta fibra. 

Con este último tejido quedó terminada la canastita que sirvió de muestra para este artículo.

A una pregunta expresa nos contestó que acaso le pagarían 20 o 25 pesos por esta canasta. Y la reflexión, siempre que se habla de artesanías es ¿por qué son tan mal pagadas? Si el trabajo que llevan y la destreza que las hace posibles justificarían una mayor revaloración.

Estos productos, además de originales son altamente ecológicos, no hay forma de causar un impacto negativo en el medio con su elaboración y, mucho menos cuando fuere necesario desecharlos. Cualquier chuchería de plástico va a terminar por desintegrarse dentro de varios cientos de años.

Además, el señor Lantén o muchos de los diestros artesanos de esta comunidad, le pueden fabricar las piezas que necesite sobre un diseño específico, usted les platica qué desea y ellos, dentro de las posibilidades de esta técnica y este material, le harán una propuesta por demás original y creativa.

También nos enteramos que uno de estos artículos, desde el momento mismo en que se está tejiendo comienza a secar y a endurecer sus fibras, lo cual le confiere una rigidez mayor. Pero la resistencia que estos productos tejidos tienen es sorprendente. Además, salvo que estén sujetos a condiciones en que se mojen y se sequen repetidas veces, van a durar, sin mayor deterioro durante décadas.

Tampoco se crea que solo se fabrican canastitas pequeñas, pueden ser de los tamaños y de las formas que se desee, así como cestos de todos los tamaños, incluso unos muy grandes a los que se les llama "roperos", canastos tan grandes como los que se utilizan para el pan o cestos enormes, como los que se utilizan para repartir buñuelos en Navidad, aquí en Orduña.

Al dialogar sobre las posibilidades de esta entrevista, un poco en broma le dije al señor Lantén que le compraba lo que fabricara durante la explicación. La verdad es que, hacia el término del proceso, ya me había yo "encariñado" con la pieza que estaba tejiendo.  Pero aunque reiteré mi oferta ello no provocó más que la hilaridad de nuestro artesano y, para dejarlo más claro, nos regaló una canastita idéntica a mí y a mi camarógrafo, misma que, por supuesto agradecimos y apreciamos como algo, en muchos sentidos, sumamente valioso.

Agradezco al Sr. J. Trinidad Lantén su buena disposición y su amabilidad para la realización de este artículo, así como expresamos nuestros buenos deseos para que el señor Nicolás Lantén recupere significativamente su salud.
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Tejidos de fibras vegetales (Carrizo)
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